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8 fundamentos técnicos que has de adquirir antes de escribir una novela

8 fundamentos técnicos para escribir tu novela

Puede que en algún momento de tu vida te hayas planteado que quieres escribir una novela. A lo mejor tienes alguna idea guardada desde hace tiempo, o quieres plasmar por escrito determinadas experiencias interesantes que te han ocurrido en la vida, o simplemente te gusta leer novelas y te gustaría poder escribirlas.

Cuando leemos una buena novela, se nos hace tan ligera la lectura que podemos caer en el error de pensar que ha resultado muy sencillo para el escritor generarla, como esas personas que, cuando ven un cuadro de Picasso, dicen que eso lo podría pintar su hijo de cuatro años.

Además, en el proceso de lectura, mientras experimentamos los hechos que se nos narran a través de la identificación con los personajes, interpretamos todos esos hechos, creando nuestra propia versión de lo que se nos cuenta, e incluso quedándonos solo con una serie de conclusiones abstractas de lo que hemos vivenciado mientras leíamos. De modo que podemos caer en un segundo error: pensar que, si queremos escribir una novela, son toda una serie de abstracciones las que hemos de plasmar sobre el papel, sin darnos cuenta de que tendríamos que realizar primero un proceso de deconstrucción para entender que el novelista lo que ha hecho es plasmar para nosotros todo un microcosmos congruente en el que nosotros nos zambullimos para vivir (o revivir) en nuestras carnes la experiencia humana, y solo a partir de ahí podemos sacar una serie de conclusiones abstractas, pero que estas no son en ningún caso contadas por quien escribe, sino que son interpretaciones de quien lee.

Por eso yo suelo aconsejar a las personas que se acercan a mis acompañamientos sin haber practicado con anterioridad la escritura creativa que, aunque tengan un planteamiento de novela, pasen primero por algún o algunos cursos de relato, donde es más fácil ir adquiriendo los conocimientos técnicos necesarios para que la escritura de una novela no se convierta en una agonía o en un fiasco.

A continuación, te voy a enumerar algunos fundamentos técnicos que, si bien no tienes que tener dominados al cien por cien, sí conviene que te manejes más o menos con ellos para poder afrontar la escritura de una novela:

Las novelas no se escriben con conceptos abstractos, sino a través de personajes con características definidas que tienen conflictos y actúan sobre ellos, en lugares determinados, pisando baldosas, tierra o parqué, con el sol que… Clic para tuitear

1. Distinguir entre lo abstracto y lo concreto

La tendencia que tenemos al empezar a escribir es la de contar las cosas en abstracto, de una forma explicativa. Si queremos expresar el amor o la alegría de nuestro personaje, decimos: «Amaba a su mujer» o «Estaba muy alegre». Pero eso es como no decir nada, porque no te lleva (ni a ti ni al lector) a la vivencia, sino que se queda en una mera comprensión intelectual.

Aprender a escribir en concreto, a través de personajes y hechos específicos, es lo primerísimo que hemos de entrenar si queremos, algún día, escribir una novela. Porque las novelas no se escriben con conceptos abstractos, sino a través de personajes con características definidas que tienen conflictos y actúan sobre ellos, en lugares determinados, pisando baldosas, tierra o parqué, con el sol que sale o se pone, el café que sabe a serrín, el reloj que se estropea y la música demasiado alta del vecino. Todo en una novela son «cosas», objetos, cuerpos que se mueven, hablan, actúan e interactúan, y de esa forma van avanzando en sus conflictos hasta su resolución.

Artículo del blog al respecto: Lo concreto y lo abstracto en la escritura.

2. Manejo de la voz narrativa

Otra cuestión fundamental, que más vale que hayas explorado y ejercitado antes de ponerte a escribir una novela, es la voz narrativa. Es algo que muchas veces el escritor principiante obvia, porque la voz con la que hablas en tu día a día es algo tan consustancial a ti que no se te ocurre que a la hora de escribir haya ni que pensar en ello.

Pero lo cierto es que una cosa es hablar y otra escribir, y lo normal es que, cuando empiezas a escribir, te salga una voz impostada, quizá préstamo de autores del pasado, o de informes impersonales, o de la telenovela de la tarde. El caso es que encontrar tu propia voz como escritor (aquella que suena natural sin resultar vulgar) requiere un camino de exploración.

El buen uso de la voz narrativa marca un 80% de la eficacia de un texto, ya que la voz transporta (en su tono, en su cercanía, en su expresividad...) muchísima información emocional sin que eso exija palabras extras. Clic para tuitear

Has de tener en cuenta, además, que un buen uso de la voz narrativa marca un 80% de la eficacia de un texto, ya que la voz transporta (en su tono, en su cercanía, en su expresividad…) muchísima información emocional sin que eso exija palabras extras. Es decir, la voz tiene que ver no tanto con lo que se cuenta, sino con cómo se cuenta, y en ese cómo se cuenta una historia van muchísimas claves implícitas para poder entenderla y vivenciarla.

Artículo del blog al respecto: La voz narrativa que te define: 10 consejos para identificarla.

3. Elegir con criterio el punto de vista del narrador

 El punto de vista que elegimos para contar una historia condiciona totalmente el cómo esa historia va a llegarle al lector. No es lo mismo contarla por medio de un narrador protagonista en primera persona que con un narrador externo en tercera persona, o por un narrador testigo, o un narrador equisciente…

Cada historia pide su propio punto de vista, así que no es una elección banal, hay que hacerla con criterio. Si nos confundimos de punto de vista, o alternamos puntos de vista sin darnos cuenta, puede que acabemos contando una historia muy diferente de la que pretendíamos contar, o que quede totalmente desenfocada y confusa.

Si todo lo que te estoy diciendo te suena a chino, mejor que no te pongas todavía a escribir una novela, sino que ensayes todo esto a través algún curso de relato breve.

4. Uso de las coordenadas de tiempo, lugar y acción

 Las coordenadas de tiempo, lugar y acción son las que rigen cualquier historia, las que garantizan que una narración pueda tener un recorrido vivencial y que el protagonista avance en su conflicto. En este sentido, una novela sería como una película, con distintas secuencias en que los personajes actúan, a lo largo de un tiempo determinado y en unos escenarios concretos.

Es fácil que, como escritor principiante, se te vaya el santo al cielo en cuanto a estas tres coordenadas y gastes páginas y páginas en que la historia transcurre —por ejemplo— exclusivamente dentro de la cabeza del protagonista, o en que se está dando una conversación entre dos personajes, pero no se menciona el lugar en el que está ocurriendo ni el tiempo parece transcurrir, lo que puede dar la sensación de que las cosas ocurren en un limbo indefinido e irreal.

Por esta razón conviene haber practicado este encuadre narrativo a través de relatos breves antes de lanzarte a escribir una novela.

Escribir una historia con inicio, nudo y desenlace no es difícil, de hecho es algo orgánico, que llevamos inscrito en nuestros genes Clic para tuitear

5. Dominio de la estructura básica de una historia

Cuando hablo del «dominio de la estructura básica de una historia» me refiero a algo tan simple como saber escribir algo que tenga un inicio, un nudo y un desenlace (y que estas tres partes estén equilibradas, de manera que el inicio ocupe alrededor de un cuarto del relato, el nudo se extienda a lo largo de dos cuartos, y el desenlace ocupe alrededor de otro cuarto). La estructura de una novela puede ser mucho más compleja, pero manejarse con esto es la base mínima para poder internarse en terrenos más complejos.

Escribir una historia con inicio, nudo y desenlace no es difícil, de hecho es algo orgánico, que llevamos inscrito en nuestros genes, como seres humanos que llevan milenios contando historias alrededor de una hoguera. Pero esto no quiere decir que no haya que practicarlo, porque de la misma forma que es algo natural en nosotros, también tenemos resistencias ante que nuestras historias evolucionen, igual que nos resistimos a que nuestra vida cambie aunque sea inevitable que lo haga.

Errores frecuentes, en este sentido, son escribir relatos en los que la introducción o el inicio es demasiado largo, y luego directamente se pasa al desenlace sin que haya en el medio un desarrollo del conflicto, o que haya un nudo interminable en que el conflicto se queda estancado y no hay ningún tipo de desenlace ni cambio en el personaje (esto, por mencionar solo dos de los errores posibles).

Así que conviene haber escrito unas cuantas narraciones breves con esta estructura clásica para internarse en una novela, que estructuralmente se complica, al dividirse en capítulos, tener diferentes subtramas, etc. 

6. Funcionamiento de las unidades narrativas

Igual que una frase se divide en palabras (que serían las unidades mínimas del lenguaje con significado), una historia se podría dividir en unidades narrativas, que constituirían esas porciones mínimas con sentido narrativo.

Las unidades narrativas se suelen clasificar, por lo general en escena, resumen, descripción, narración lineal, digresión y elipsis (aunque se podrían establecer otro tipo de clasificaciones o incluir más subtipos). El buen uso de estas unidades determina que la historia marche a un ritmo adecuado a lo que se quiere contar. Si es así, el lector tendrá la sensación de que todo pasa a su debido tiempo, de que el argumento evoluciona, de que todo es significativo y de que no sobra ni falta nada.

Pero claro, esto es algo que (como todos los demás puntos que hemos mencionado) requiere ejercitación. Al principio, es normal que escribas historias únicamente en modo de resumen, que narres secuencias irrelevantes que se podrían haber transformado en elipsis, que incluyas excesivas digresiones o que las escenas sean escasas y demasiado cortas. Todo esto enturbia la comprensión del lector y te dificulta a ti mismo el viaje por tu propia historia, así que más vale aprender a conducir el coche antes de salir a la autopista.

7. Saber combinar acción y trama

Un equilibrio acertado entre acción y trama es, para mí, la base de cualquier buena narración. Y es, quizá, lo más difícil de comprender y de alcanzar como escritores. De hecho, es aquel terreno en el que seguirás avanzando —a lo largo de los años— hasta la verdadera maestría. Solo los mejores alcanzan la perfección en esto.

La acción vendría a ser la consecución de los hechos en su sucesión temporal (lo que, resumido, constituiría el argumento de la narración). La trama vendría a ser la consecución de los hechos en su sucesión causal (lo que, resumido, constituiría el tema de la historia). La línea de acción va por la superficie; la línea de trama suele ir, por lo general, subterránea. La acción es lo que el escritor «muestra» en concreto al lector. La trama es lo que el lector «interpreta» o «abstrae» a partir de esas acciones concretas.

De nuevo, si esto te suena extraño, más vale que no te lances todavía a escribir una novela, sino que te empapes de estas nociones durante un tiempo a través del relato breve.

Saber hacer la distinción entre personas y personajes, y aprender el delicado arte —al que José Luis Sampedro llamaba 'transubstanciación'— de sumergirte en esos seres que has de dejar que dirijan la historia por ti, es esencial… Clic para tuitear

8. Crear personajes

Por último, saber crear personajes es esencial para escribir una novela, aunque esta sea autobiográfica, e incluso —diría yo— especialmente en el caso de que sea autobiográfica. Quienes aparecen en una novela o un relato nunca son las personas (y sería fatal pretender que lo fuesen), sino que por necesidad se trata de personajes. Y los personajes tienen sus propias características e idiosincrasia, que hemos de respetar.

A la hora de crear personajes, el escritor principiante suele cometer errores como tratar de controlarlos en exceso, de manera que parecen marionetas más que entes vivos, o, por el contrario, dejarles tanta libertad y poder como para que se vayan por las ramas y no respeten el hilo de la historia. También es fácil que tu «yo» (aquel que consideras que eres y que suele querer tomar el control de tu creatividad) interfiera con sus propias opiniones o preferencias en la esencia de tus personajes, o que actúe constantemente de intermediario entre tú y tus personajes y, por lo tanto, entre tus personajes y el lector.

Saber hacer la distinción entre personas y personajes, y aprender el delicado arte —al que José Luis Sampedro llamaba «transubstanciación»— de sumergirte en esos seres que has de dejar que dirijan la historia por ti, es esencial para que una novela funcione. Y más vale que hayas adquirido práctica en ello a través del relato breve.

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Espero que todo esto que te cuento te ayude a la hora de discernir si ha llegado el momento, para ti, de escribir una novela o no.

Son ese tipo de cosas que no te suelen decir en los talleres literarios antes de que te inscribas a un curso de novela y que —si no sabes— te pueden hacer perder mucho tiempo en tu camino como escritor.

4 comentarios en «8 fundamentos técnicos que has de adquirir antes de escribir una novela»

  1. Gracias Isa. Recordar estos ocho pasos es volver a vivir todas las vivencias y emociones de tus cursos. Buen inicio de año!

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