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Carta de amor a Hera y Lulú

Carta de amor a Hera y Lulú, mis perritas

Para San Valentín hemos creado una Guía para Escribir una Buena Carta de Amor, a la que puedes acceder a través de este enlace. Pero queríamos también que leyeras este bello ejemplo.

Por Mercedes Adán

Queridas Hera y Lulú,

Desde que mi sobrina Carolina aprendió a hablar, repetía con insistencia que quería una perrita. Y en una conversación importante le dije que, algún día, cuando apareciera la adecuada, tendríamos una perrita que viviría conmigo.

Y apareciste tú, Hera. Eras una bolita de pelo que necesitaba protección y cuidado, y a cambio dabas belleza y ternura a todo lo que había a tu alrededor. Te tumbabas en la esquina del pasillo bien pegada a la pared y casi no se te veía; o te enroscabas en tu cojín; o sobre mi cama te pegabas al olor de alguna de mis camisetas. Cuando me iba a dormir, dabas saltos gigantes, que no parecían corresponder a tu tamaño, para subir a mi cama y enroscarte sobre mis piernas, o poner tu cabecita encima de un pie o en el hueco de mis rodillas. Como si supieras la perfecta forma de adaptarte a lo que había, algo que yo no conseguí aprender de ti.

Un instante antes de que te fueras para siempre, te tenía en mis brazos, pequeña Hera, mientras te peinaba ese kiki rebelde que frotabas contra los cojines y que tenías revuelto aunque te lo arreglara muchas veces. Los cachorros sois así de revoltosos. Salimos a pasear y llegamos al parque, donde tú te resististe, como hacías todos los días, a llegar al lugar de reunión de amos y perros, un cuadrado de hierba verde en movimiento. Entonces te enseñé tu golosina, esperando que vinieras saltarina como hacías siempre, me miraste fijamente a los ojos, te diste la vuelta, y te lanzaste a una carrera asustada que no consigo explicarme. Y yo detrás. Saliste del parque, cruzaste la calle, llegaste a casa, podía haber estado la puerta abierta y hubieras entrado, pero no lo estaba. Y pasaste de largo. Te perdí de vista. Y al rato una mujer me entregaba tu cuerpecito perfecto herido por el golpe de un coche. Te cogí en mis brazos con la esperanza de que estuvieras bien y sentí que tu corazón, siempre rápido y potente, latía despacio. Mientras caminaba con todo el cuidado posible, sentía cómo te ibas apagando. Cuando el veterinario extendió sus brazos para cogerte, ya no estabas aquí.

Eras perfecta, aunque te reñía muchas veces porque, ya sabes, los humanos somos así, nos empeñamos en la extraña tarea de domesticar y ser líderes de la manada. Recuerdo los momentos en los que me quedaba hipnotizada observando cómo estirabas el cuerpo, lo agitabas, te encogías, en respuesta a lo que de verdad te pasaba o querías hacer, algo que también hacías mucho mejor que yo.

Me quedé muy triste sin ti, Hera. Echaba de menos tu cuerpecito cerca de mí. Dejé pasar los días. 

Y entonces vi a Lulú, una perrita blanca con la nariz y los ojos negros, y unas orejas rosas, largas y tiesas, que la hacen preciosa. Llegó para consolarme en una extraña carambola del destino. Su dueño la daba en adopción porque no podía cuidarla durante muchos meses. Yo me había quedado sin ti y Lulú se quedaba sin su amo. De alguna manera, Lulú y yo nos conectamos. Me ofrecí a cuidarla y así llego mi consuelo blanquito y vigoroso.

Al principio, Lulú, sentí que tú y yo teníamos la misma pena. Bajábamos a pasear, y tirabas y tirabas de mi brazo con fuerza, como buscando un camino hacia adelante que no encontrabas. No te volvías a mirarme nunca y yo te seguía, haciendo músculo. Y así se nos fue pasando la pena a las dos, entre paseo y paseo. 

Poco a poco tomaste posesión del sofá, de los pies de mi cama, y fuiste acercando tu cuerpo al mío hasta que nuestros ojos se encontraron y nos hicimos amigas. Te ocupaste de que saliera todos los días a pasear varias veces y me has entrenado a tener unas piernas y unos brazos bien fuertes. Por la noche fuiste subiendo poco a poco desde los pies de mi cama y empezaste, como hacía Hera, a colocar tu cabeza en mi pierna o tu carita en mi mano. Y al final, me ha costado que no me mandaras a dormir a tu cojín. Porque tú, Lulú, peleas por lo que quieres muy suavemente, sin estridencias, pero muy firme. Si quieres el sitio en el que yo estoy porque te gusta el calorcito, allí vas en cuanto me descuido. Si quieres oler todas las puertas de las casas y todos los setos no es fácil hacerte cambiar de idea. Me gusta tu curiosidad. Y que no te dejas amedrentar por nada ni nadie. Cuando un perro te ladra y viene hacia ti amenazante, lo miras y mueves tu cola sin dar ni un paso atrás, hasta que se tranquiliza. Y si vienen a jugar contigo, das unos cuantos brincos, y ya, sigues como una princesa tu camino.

Últimamente, cuando por la noche nos sentamos en el sofá, me lames una mano. Dos o tres lametones suaves. Como si ya hubiéramos llegado al tope del cariño. Si te devuelvo una o dos caricias, te parece bien poco y me rozas con el hocico para que siga. Nos dará pena separarnos. Ahora me miras con cierta ternura sin comprender por qué me he vuelto tan pegajosa, y te abrazo y beso, y me pego a ti todo el tiempo. Con tu mirada me dices que este cariño tan desbordado te parece inaudito, pero me correspondes y no te apartas de mí.

En unos días las dos empezamos una nueva etapa en nuestras vidas. Vas a dar enormes saltos de alegría cuando te reencuentres con tu dueño y te des cuenta de que no has sido abandonada. Y yo estoy deseando ver ese reencuentro. El amor de Carolina me trajo a Hera, y el de Hera me llevó a ti. Y en algún lugar, una perrita estará esperando que llegue el cariño que aquí dejas. Mientras el viento del invierno sopla fuera, aquí, tú y yo, disfrutamos del calor de la noche, acurrucadas en el sofá, agradecidas por nuestra suerte.

Mis bellas Hera y Lulú, he aprendido mucho de vuestras emociones sencillas y naturales, que salen sin más: la alegría enérgica de los paseos, la relajación boca arriba en el sofá, el enfado con las sombras que cruzan el salón sin avisar, la emoción de las caricias y los premios… Me habéis cuidado como nadie, y al cuidaros me doy cuenta de la maravilla que es mi parte mamífera: me canso, tengo hambre, y puedo mirar el mundo, solo por mirar y por curiosidad, sin hacer nada más, como vosotras. El contacto de los cuerpos es sanador. Cuando os pegáis a mí se me olvidan los problemas y, cuando os acaricio, vuestros cuerpos me acarician. Vuestra presencia me ha conectado con la vida. Con la buena vida. Sabéis estar de una forma incondicional y sencilla que me desarma. Y esa forma de estar nos une para siempre, estéis donde estéis. 

26 comentarios en «Carta de amor a Hera y Lulú»

  1. Enternecedora carta de amor, es cierto que los animales te enseñan muchas cosas y se les quiere con un amor incondicional, que difícil es dárselo a un humano. gracias por compartir

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    • Almudena, han sido las primeras perritas que he tenido en mi vida y no tenía ni idea de lo bueno que traen y lo terapéuticas que son. Ahora estoy entre aguantar las ganas de buscar una rápidamente y descansar porque, aunque compensa muchísimo, también es una gran responsabilidad. Pero paso más tiempo mirando las publicaciones de adopciones que trabajando, así que ya veremos… 😉
      Un abrazo,
      Mer

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  2. Maravillosa carta de amor, realmente hecha desde el corazón, me emocione hasta las lágrimas. Pensaba, a quien no le paso algo similar, sentí como si la estaba escribiendo yo, realmente muy bonita

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  3. Gracias Mercedes por una carta tan dulce, emotiva y terapéutica.
    Voy a intentar hacer lo mismo, ya hace dos años que perdí mi amigo fiel y mi corazón todavía está cerrado evitando el dolor del recuerdo.

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    • Ester, te mando un fuerte abrazo. Sí que es terapéutico escribir. A mí me sirve la idea de que las emociones pueden convivir. Cuando llegó Lulú, el dolor por la ausencia de Hera no cambió, pero además estaba su compañía y ocuparme de ella también era terapéutico. Así que dolor y amor convivían, y era más sencillo. Para mí «abrir» es el camino de atravesar algo que es inevitable. Pero cada cosa tiene su tiempo y eso lo entiendo también.
      Ojalá tu corazón se abra pronto y el recuerdo no sea tan doloroso,
      Mer

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  4. ¡Qué preciosidad! Me ha chiflado Mercedes. Me he emocionado y se me ha puesto el corazón super tiernito. Te quiero.

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  5. 🐾Ooooh, cuánto amor, dulzura que belleza.
    Muchas gracias por esa caricia de texto.

    Te mando un abrazo peluchón, muasS⭐✨

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  6. Que afortunadas las tres de haber disfrutado de esos contactos sanadores…
    Cuanto cariño hay en esta doble declaración de amor! Gracias Mer!

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    • Muy afortunadas. Va a parecer la recogida de un premio, pero por eso doy mucho las gracias a mi sobrina Carolina, que me empujó a buscar a Hera, a mi vecina Margarita, que me la regaló cuando nació, a sus hijas Laura y Ana, que la cuidaron hasta que pudo separarse de su madre, y y al dueño de Lulú, que confió en que estaría bien en mis manos aunque no nos conocíamos. Estoy segura de que hay muchas pequeñas historias de contactos sanadores que ni son noticia ni se cuentan mucho pero que hacen mucho bien.
      Cris, un abrazo,
      Mer

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  7. Hola Mercedes,
    Preciosa carta de amor.
    Casi lloro con el adiós de Hera. Me ha producido tanta tristeza que la primera vez que la he leído al llegar a ese párrafo no he podido continuar y he tenido que hacer una segunda lectura.
    Me ha gustado mucho y me quedo con el último párrafo que resume perfectamente la relación entre tus perritas y tú como las emociones de las tres.
    Muchas gracias, Mercedes,
    Abrazo y besos

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    • Marta, eso de la tristeza es un temazo. No apetece mucho sentirla pero por otro lado está en la vida, así que no queda otra que traerla a la escritura y al corazón. Gracias por tu lectura tan cercana.
      Muchos besos,
      Mer

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  8. Mercedes ha sido preciosa y muy emotiva, has transmitido tanto con todo lo que has dicho. Nos has emocionado muchísimo y por un momento hemos vuelto a sentir la energía de Hera. Muchas gracias por tus palabras. Un beso muy fuerte

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    • Gracias, Margarita.
      Hera ha marcado un antes y un después en mi vida. Aunque su paso fuera tan breve ha dejado mucha huella y ha cambiado muchas cosas. Me cuesta trasmitirlo con palabras pero si llega la emoción algo de esto llega 😉
      Un fuerte abrazo,
      Mer

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  9. ¡¡Tremendo, Mer!! Vivido en primera persona por mí misma, has recuperado muchas situaciones y sentimientos vividos en el pasado y aun en el presente. Estoy en un momento altamente sensible, así que no tengo claro si darte las gracias o no, porque no todo lo que has removido ha sido bonito, pero, al final, te quedas con lo que tan «animalmente» te dan, gratis, incondicional, sin pedir (casi) nada a cambio, espontáneo, con confianza, sin maldad, con la serenidad que se toman sus finales de vida, capacidad de adaptación a los cambios, sin filtros…y sin tantas heridas no curadas, pensamientos repetitivos, protecciones o análisis que nosotros, también animales pero dicen que humanos, a veces nos hacen no disfrutar del día a día y de la vida. Definitivamente sí, GRACIAS.

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    • Susana, me ha emocionado tu mensaje.
      Esos momentos, altamente sensibles, son también un regalo de apreciación de momentos y de discernir con sabiduría. Al final, nos quedamos con muchas cosas bellas y también dolorosas porque pasan a tener un peso y un valor diferente cuando son recuerdos que saltan al presente.
      Te mando un abrazo enorme,
      Mer

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  10. Querida Mer, tuve la suerte de conocer a Lulú una tarde de noviembre.
    Mi pequeña Lana ya tiene 12 años y todos los talleres de escritura del mundo a sus espaldas, escuchando atentamente el ordenador y estando a mi lado mientras escribo. Cada uno es diferente a todos los demás,
    También Hera.
    El amor incondicional, la necesidad de dar y recibir cariño atendiendo solo a ellos mismos a mí me hacen aprender muchísimo.
    Nos quedara el recuerdo, la enseñanza, la enorme generosidad y tus palabras para constatar que existen amores así de bonitos.
    Gracias, besos

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    • Me acuerdo de esa tarde. Vaya lío que había en el centro de Madrid. No he contado que Lulú es sorda porque no me parecía relevante, pero tal vez el silencio le ayuda a tener esa especie de ecuanimidad que me gusta tanto. No se altera en situaciones en las que yo sí.
      Qué bonita la imagen de Lana a tu lado mientras escribes. Cada uno es especial e insustituible, sí.
      Un abrazo para ti y un achuchón para Lana,
      Mer

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  11. Cuanta emoción transmite tu escritura Merce!
    Me ha gustado mucho leerte!
    Me gusta mucho tu forma sencilla de contar las cosas, que parecen muy simples y cotidianas, pero que llevan detrás una detallada descripción y una fuerte emocionalidad.
    Me alegra mucho que tus 2 perrinas te hayan enseñado tanto y proporcionado tanta compañía y cariño.
    Un fuerte abrazo
    Maria José

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  12. Querida Mer. Ya te contesté por lo privado y después en otro chat. Ya sabes lo que opino de tu carta de amor hacia Hera y Lulu Y ya te dije lo que me impresionó como cuentas la muerte de Hera. Sentí en ese momento que mi corazón se apretaba y mis sentimientos hacia el amor a los perritos se venía arriba y te contaba lo que y sentí cuando nuestra perrita de raza lulú y que se llamaba Solsi se murió a los catorce años. Si, ya era viejecita y le faltaban algunos dientes y se quedó un poco sorda.
    Cuando se tiene un perro en casa se le quiere como un miembro más de la familia. es uno más. Y tu lo cuentas con amor y yo te reconozco ese amor porque es muy cierto.
    Gracias Mer. Gracias por todo y por tu forma de contar las cosas y la forma de emocionarte cuando en esta carta de amor se ve todo tu amor y toda tu pena.

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