El mundo: un gran espejo en el que mirarme
Me quedo estupefacta ante el reflejo desnudo de mi persona en ese espejo tan grande que es ahora el mundo. Solo puedo aceptar ese reflejo desde mi propia devastación interior.
Me quedo estupefacta ante el reflejo desnudo de mi persona en ese espejo tan grande que es ahora el mundo. Solo puedo aceptar ese reflejo desde mi propia devastación interior.
Como regalo de Navidad para las personas suscritas a mi web, confeccioné un ritual llamado «Abraza con las palabras», con indicaciones para que creases en nueve pasos tu mensaje navideño desde el corazón. Yo misma hice el ritual. Esta es mi felicitación especialmente hecha para ti.
No pensé que me volvería a sentir confinada, pero así me siento. Puedo salir pero no quiero. Madrid es una isla en medio del océano pastificado. Una burbuja que se ahoga en su propio aire enrarecido.
Juro que no quiero escribir sobre esto. Juro que he hecho todo lo posible para evitarlo, evadirme lo primero. Pero es que yo no elijo lo que escribo. La escritura me elige a mí y hace días que me viene meneando para que escriba esta historia.
El choque brutal que ha supuesto la pandemia en cuanto a nuestra percepción de la realidad ha hecho que algunos de nosotros desempolvemos y de nuevo nos preguntemos qué podemos hacer para que este mundo sea más habitable.
Hoy es el día de mi cumpleaños. He trabajado y ha sido enriquecedor, como el masaje de mi hijo Ari, como la carta de Elmo, como ese momento de felicidad en la Corrala de mi casa.
La palabra pandemia» ya no impresiona tanto, y la crisis es profunda pero no muy tangible todavía. Nunca había visto mi ignorancia con tanta claridad
Estos dos meses han supuesto para mí atravesar un túnel en el que se ha visto cuestionado el sentido de la vida. Ha sido un proceso de intenso aprendizaje, del que empiezo a sacar algunas conclusiones. Aquí están mis conclusiones.
A lo largo de estos días he bajado a las fosas abisales de la tristeza. Superar esta enfermedad está siendo como sentarse a ver crecer la hierba, algo que a mi impaciencia no se le da demasiado bien.
¿Qué sentido tenía ser traído a la vida para acabar sufriendo enfermedades, para envejecer y —finalmente— morir? Cuando Sidhartha salió de su confinamiento se topó con lo que se conoce como la primera noble verdad: la verdad del sufrimiento.
Me quedo estupefacta ante el reflejo desnudo de mi persona en ese espejo tan grande que es ahora el mundo. Solo puedo aceptar ese reflejo desde mi propia devastación interior.
Como regalo de Navidad para las personas suscritas a mi web, confeccioné un ritual llamado «Abraza con las palabras», con indicaciones para que creases en nueve pasos tu mensaje navideño desde el corazón. Yo misma hice el ritual. Esta es mi felicitación especialmente hecha para ti.
No pensé que me volvería a sentir confinada, pero así me siento. Puedo salir pero no quiero. Madrid es una isla en medio del océano pastificado. Una burbuja que se ahoga en su propio aire enrarecido.
Juro que no quiero escribir sobre esto. Juro que he hecho todo lo posible para evitarlo, evadirme lo primero. Pero es que yo no elijo lo que escribo. La escritura me elige a mí y hace días que me viene meneando para que escriba esta historia.
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