La práctica: manejar los tipos de narradores más convenientes
Es aconsejable aprender a manejarse con todo tipo de narradores, porque no hay ninguno mejor que otro y todos tienen una clara utilidad narrativa. Y también porque a veces la tendencia a un tipo determinado de narrador encubre prejuicios o malentendidos sobre lo que es literario o no.
Por ejemplo, la visibilidad no ha de decaer porque usemos un narrador testigo o protagonista en lugar de un narrador cámara. No se trata tanto de escribir de forma cinematográfica (aunque qué duda cabe de que el cine ha influido y sigue influyendo muchísimo —queramos o no— en la literatura actual) sino de trasladar la historia por medio de acciones y elementos que hagan al lector representársela de una forma vívida, y no de pensamientos, reflexiones, explicaciones o de sentimientos explícitos.
La visibilidad no depende del tipo de narrador, sino de trasladar la historia por medio de acciones
Pero esto ya lo hacían Dostoievsky, Flaubert o Chéjov, o sea que no es algo nuevo sino intrínseco a la buena literatura.
Por otra parte, se pueden mezclar dos o más tipos de narradores en un relato, pero ha de haber una razón narrativa muy poderosa para hacerlo. Partimos de la base de que un cambio de narrador va a desconcertar bastante al lector, pues implica un cambio de mirada sobre los hechos y en muchas ocasiones afecta también a la voz, al mismo discurso.
Un cambio de narrador va a desconectar al lector por lo que ese cambio debe estar motivado por una razón narrativa muy poderosa
Por ejemplo, y siguiendo con lo de antes, el hecho de hacer más o menos visibles los hechos no se trataría de una razón narrativa, ligada a la trama del relato, sino que responde a cuestiones técnicas ajenas al lector. Es decir, la visibilidad no tiene mucho que ver con el tipo de narrador. Otra cosa es que a uno le facilite la tarea de visibilizar los hechos el uso de un narrador cámara. Pero el objetivo es que los hechos sean visibles con cualquier narrador que uno elija, y que este se escoja en función de la trama.
Los narradores tendenciosos
Un narrador puede emitir juicios sobre los personajes a su antojo, siempre que el hecho de que lo haga sea un apoyo —y no funcione como una distorsión o una desviación— para la trama.
Emitir juicios sobre los personajes no debe funcionar como una distorsión para la trama, y se conserve intacta la capacidad interpretativa del lector
Conviene, no obstante, que esos juicios que emita no actúen a modo de explicaciones, y se conserve intacta la capacidad interpretativa del lector; es decir, que aunque el narrador dé su opinión sobre el resto de los personajes, el lector pueda realizar su propia interpretación sobre la historia y no se vea encajonado por las ideas del narrador. También es importante que los juicios pertenezcan realmente al narrador, y no trasluzcan una manipulación por parte del autor para plasmar sus propias opiniones sobre lo narrado. En ese caso, el personaje parecería una mera marioneta en manos de alguien que quiere imponer una visión concreta al lector.
Mientras se cumplan estos tres requisitos, a saber:
- que los juicios de valor apoyen la trama
- que el lector pueda interpretar el texto al margen o a través de dichos juicios y
- que estos no sean opiniones camufladas del propio autor,
la tendenciosidad del narrador puede funcionar como un recurso narrativo cualquiera, igual que la ironía, el sarcasmo o la ternura de la voz discursiva.