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¿El escritor nace o se hace? La realidad del siglo XXI

El escritor, ¿nace o se hace? La realidad del siglo XXI

Si tecleas en google «el escritor nace o se hace» salen más de seis millones y medio de entradas (y esto solo en castellano). Esto quiere decir que es un tema que preocupa, además de a ti, a muchos millones de personas más.

Si me pongo en el pellejo de la persona que teclea esto en google, lo que percibo es que esa duda nace de la inseguridad que puede causarme tomar la decisión de volcarme en un aprendizaje largo y arduo para desempeñar una actividad para la que —por más que me guste— quizá no esté dotada. Digamos que si yo quiero saber la respuesta a esta pregunta es porque no quiero perder tiempo en mi vida. Deseo averiguar, cuanto antes, no tanto si yo he nacido con la estrella (porque si me sintiera escritora no tendría la necesidad de averiguarlo), sino si, pensando que he nacido sin ella, tengo alguna posibilidad de éxito dedicándome a lo que me gusta.

Supongo que ya te lo habrás imaginado, pero, por si acaso, no te voy a hacer perder más tiempo: yo no te voy a responder a la pregunta. No porque no tenga sentido hacérsela (creo que lo tiene, y mucho) sino porque lo que importa —al menos lo que me importa a mí— no es la respuesta, sino la inseguridad de la que nace que te la hagas.

Por curiosidad, he mirado a ver cuántas entradas salían en google al buscar «el músico nace o se hace» y «el pintor nace o se hace» (en ambos casos alrededor de tres millones de entradas, menos de la mitad que con la escritura).

Creo que esta diferencia se debe a que, en primera instancia, podemos tener la fantasía de que escribir bien puede ser tan fácil (al menos para los que «nacen» escritores) como sentarse delante del papel y juntar palabras tal como a uno le vienen a la cabeza (algo que no nos parece tan fácil en el caso de la música o la pintura cuando no tenemos un mínimo manejo de las herramientas y el código). Y, como los seres humanos somos un poco bipolares, ese extremo suele conllevar el contrario: nos parecerá que, si no tenemos el «gen», da igual lo que practiquemos, porque nunca podremos llegar a escribir bien.

En fin, que esa inseguridad tan humana que nos hace preguntarnos si estamos dotados de «talento» para escribir o mejor tiramos la toalla de antemano creo que proviene de una de tantas distorsiones neuróticas que tenemos al iniciar un camino de aprendizaje que intuimos arduo.

En un momento determinado de mi vida decidí que prefería dedicarme a enseñar a otras personas a escribir, que profesionalizarme como escritora. Escribir se me da bien y me gusta (incluso me apasiona), pero no es mi vocación ni… Share on X

¿Qué es el «talento»?

Se suele usar la palabra «talento» para aludir a la habilidad innata de una persona para desempeñar una actividad, y en especial una actividad artística. Es cierto que algunas personas tienen cierta facilidad para la escritura desde la infancia, sea heredada de algún familiar o que simplemente se pone de manifiesto sin causa aparente. Por poner un ejemplo personal, yo creo tener esa facilidad. Mi padre escribía y a mí me gustaba hacerlo desde pequeña; además, me resultaba fácil y se me daba bien, mientras que para las matemáticas o la física era totalmente negada.

No obstante, considero que este concepto se ha sobredimensionado de tal forma que parece que quien tenga una habilidad innata para escribir esté abocado a dedicarse a esa actividad, mientras que quien no la tenga ya se puede ir olvidando de hacerlo, porque fracasará. Volviendo a mi ejemplo personal, yo en un momento determinado de mi vida decidí que prefería dedicarme a enseñar a otras personas a escribir que profesionalizarme como escritora. Escribir se me da bien y me gusta (incluso me apasiona), pero no es mi vocación ni quiero que sea mi profesión. Eso sí, me las he apañado para no dejar de escribir (escribo en el blog estos artículos y de vez en cuando confecciono historias, libros de teoría literaria, etc.) y considero que he aprovechado bien ese talento a lo largo de mi vida, aunque no me haya volcado en él.

En mis más de treinta años de experiencia como profesora de creación literaria, han pasado por mis clases miles de personas. Algunas tenían un talento innato para la escritura, y otras no. Y lo que he comprobado es que ninguna de las dos cosas garantizaba que fuesen a perseverar en el oficio o que no fuesen a hacerlo. He visto a muchas personas talentosas incapaces de asimilar una crítica constructiva o evolucionar en su escritura. En el otro extremo, me ha tocado asistir a una increíble evolución en personas que en principio no parecían tener ninguna facilidad para escribir, pero que poseían otras cualidades, como perseverancia, capacidad de escucha, curiosidad o empatía.

Conclusión: el talento te puede dar cierta ventaja en el camino del aprendizaje, pero no es ninguna garantía, mientras que la falta de talento te puede hacer más cuesta arriba al comienzo la comprensión de algunos conceptos, pero es algo que se puede superar y adquirir si de verdad sientes el deseo de escribir.

La buena literatura se basa en la absorción —mediante una lectura analítica— de la técnica y en el uso —ya intuitivo, es decir, creativo— de esos recursos mientras se escribe. Uno va absorbiendo la técnica y escribiendo… Share on X

Técnica y talento

Hay quien dice que los escritores se valen de la intuición y del talento para escribir. Que quien recurre a recursos técnicos carece de ese sexto sentido que todo escritor ha de tener. Hay quien dice que la técnica es cosa de críticos casposos y frustrados que se devanan los sesos en lugar de disfrutar de la vida y del arte y de los maravillosos textos que a los grandes maestros les salen de la pluma como por arte de magia. Como si se pudiera crear algo partiendo de la nada, como si teoría y práctica no nacieran del mismo manantial y corrieran a la par por los campos literarios.

Que algunos escritores no sean conscientes del todo de su asimilación de los recursos que muchos antes que ellos usaron, no quiere decir que uno nazca sabiendo. La buena literatura se basa en la absorción —mediante una lectura analítica— de la técnica y en el uso —ya intuitivo, es decir, creativo— de esos recursos mientras se escribe, a la vez que se está en contacto con la fuente de origen. Se puede decir, pues, que uno va absorbiendo la técnica y escribiendo intuitivamente sobre la base de esa absorción, y que después vuelve a aplicar la técnica para corregir los desvíos de la intuición. Y en ese proceso un buen escritor deja, eso sí, una marca personal que lo diferencia de cualquier otro y que a veces puede consistir precisamente en la ruptura deliberada de la técnica. Mientras que un escritor simplemente correcto no imprime su huella, de la misma forma que cualquier persona es diferente de las demás, pero muchas no permiten que su idiosincrasia asome.

Es decir, que la técnica no es otra cosa que los elementos formales que constituyen una buena narración y la teoría literaria, el análisis exhaustivo de estos. El escritor introduce —de una forma personal— esos elementos en sus narraciones, después de haberlos asimilado en la lectura de sus predecesores o mediante un estudio más consciente; un teórico de la literatura los explica y les da nombre; y un crítico literario se vale de esos nombres para evaluar un texto.

De forma que la división entre técnica y talento es ficticia. La técnica sirve para sustentar el talento y su base teórica tiene en cuenta desde la extensión de los capítulos de una novela hasta en qué se basa la tensión narrativa, desde la focalización del narrador hasta los ejes de giro de la acción; desde los puntos de fricción entre forma y contenido hasta el funcionamiento del personaje. La mayoría de los recursos que un escritor maneja «como por arte de magia» están (de facto o virtualmente) contemplados por la técnica. Todo menos su idiosincrasia, es decir, la disposición de las notas en el pentagrama para componer una melodía única, que ya es mucho. Lo malo es cuando un escritor se olvida de lo que de verdad puede aportar por creer que está inventando el teléfono. Porque la realidad es que el teléfono se inventó hace siglos. Y las historias, más todavía.

A la cuestión de si un escritor nace o se hace, el mejor antídoto para la inseguridad que subyace a esta pregunta y la distorsión que provoca es lanzarse a caminar, porque la respuesta te la dará el propio recorrido. Convertirse en… Share on X

Volviendo a la pregunta de marras

Volviendo a la cuestión de si el escritor nace o se hace, pienso que el mejor antídoto para la inseguridad que subyace a esta pregunta y la distorsión que provoca es lanzarse a caminar, porque la respuesta te la dará el propio recorrido. Tú mismo verás si te gusta o no, si te apasionas o no, si el esfuerzo tiene su recompensa o no. Si estás dispuesto a escuchar lo que tus lectores tienen que decirte o no, si te compensa intentarlo una y otra y otra vez o no. Si disfrutas del camino o te obsesionas por el resultado, si escuchas a tus personajes o los quieres estrangular, si prefieres en tus ratos libres quedarte en casa delante del ordenador u optas por salir de copas con los amigos… En fin, todas esas cosas que suponen ser escritor/a y que nada tienen que ver con la disyuntiva de «nacer»/«hacer», sino más bien con el recorrer.

Convertirse en escritor/a es un proceso, compuesto por innumerables pequeñas elecciones y tomas de conciencia, algo muy íntimo, en que la persona se mezcla con las aguas de la vida y de sus propias circunstancias para ir navegando y entendiendo quién es, para qué está en este mundo, qué es lo realmente importante.

Hay participantes en mis acompañamientos que ahora pueden llamarse escritores/as y que, cuando empezaron en un curso cortito de iniciación, nunca habrían imaginado que unos años después escribir se convertiría en una parte esencial de sus vidas. Por eso te animo a que, si tienes la inquietud, si te haces la pregunta de si el escritor nace o se hace, en vez de buscar la respuesta en Google te lances a aprender.

8 comentarios en «¿El escritor nace o se hace? La realidad del siglo XXI»

  1. ¡Qué emocionante ver ahí escrito el recorrido! Lo curioso es que me da un poco igual, con lo que me costó llamarme escritora porque eso era para los grandes y los que lo hacia bien… Y ahora me da igual serlo o no, solo sé que no puedo parar de escribir y lo demás no me importa… 😉
    Gracias siempre, Isa, y un abrazo,
    Mer

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    • Genial esa respuesta e n la yo ahora estoy despues de muchos año gracias a la forma en que Isa y tu lleváis la escritura y el tipo de personas que se integran.
      Yo disfruto escribiendo lo que me sale e intento seguir la teoría y técnica tal y como la voy asimilando.
      Gracias porque de momento lo que más me importa es hacer llegar mi voz en el relato desde el corazón y lo concreto como tu ISA me ha indicado pues ese rebuscar… me gusta porque la magia se produce y siempre encuentro.
      Un enorme abrazo para las dos.
      Asun

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  2. Hola Isa. Buena pregunta :¿ EL ESCRITOR NACE O SE HACE? Pues no lo se. Pero creo que las dos cosas. En primer lugar tiene que sentir una inquietud hacia la escritura. Coger un papel en blanco y ponerse a rellenarlo con cosas que le surgen del corazón. Vivencias que le han llegado al alma ya sean tristes o alegres. En esa tristeza o alegría se volcará el escritor novato y le saldrá lo que le salga pero bien o mal escrito ahí ha volcado todos sus sentimientos. Y te aseguro que si ya ha cogido un papel en blanco para volcar sus sentimientos en vez de coger un pincel o en vez de coger una armónica o una guitarra y así tratar de contar cómo se siente, su alegría o su pesar, es porque prefiere escribir lo que le pasó esa noche en que lucía la luna y y las estrellas brillaban de un modo nunca sentido.
    Luego vendrá el aprendizaje, sus reglas y argumentos para conseguir ser un buen escritor. Tarea dura y larga, pero que se hace o se lleva a cabo con la ilusión de llegar al final del camino y contemplar con la mayor ilusión y felicidad el libro colocado en en el escaparate de una librería. Luego viene el leer las críticas y todo lo demás.
    Hay otros amantes de la escritura, como puedo ser yo, que me conformo con plasmar sobre el papel historias mitad vividas y mitad imaginadas y que después de eso quedan guardadas en su correspondiente carpeta y no salen de ahí.

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  3. Hola, Isa, pues fíjate que yo creo que se nace.
    No por hacerlo con talento innato (cuántos habrá que lo tienen y no lo usan, ni lo usarán), sino porque escribir es perspicacia, curiosidad, observación, atención…y ganas de compartir esa visión. Creo que con esa inquietud se nace aunque nunca se alcance el reconocimiento. :=)
    ¡Un beso!

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  4. Leerte ha sido un recorrido apasionante Isa. Probablemente yo estuve hace años en esas entradas. He dudado tanto y tan sistemáticamente de mi misma…, hasta que consigues olvidarte porque dedicarte en cuerpo y alma a lo que te apasiona te cambia. Da igual si es escribir, pintar o hacer teatro, Aunque quizás la clave está en eso que tan bien enseñas tú, conectar con nosotros, con nuestras emociones. La fuente de origen.
    Gracias por recordárnoslo
    Sole

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  5. Hay una parte que creo que se nace porque siempre late en ti esa pasión, aunque también puedes ir haciendo, a mi me gusta escribir, se que me cuesta por mi comprensión y el darme cuenta, cada vez más gracias a tus cursos me voy soltando a ese sentir que es escribir. gracias Isa

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