Las cosas han llegado a un punto en que me resulta francamente difícil abordarlas emocionalmente, incluso a través de la escritura. En un año la sociedad y mi propia percepción del mundo han cambiado tantísimo, que me he quedado sin anclajes donde apoyarme, y donde apoyar mis propias palabras.
La sociedad y mi propia percepción del mundo han cambiado tanto que me he quedado sin anclajes donde apoyarme. Me he quedado sin opinión. Share on X
También me he quedado sin opinión. Leo los titulares de los periódicos y permanezco distante, porque a poco que me acerque me queman las llamas al ver a un montón de países ricos peleándose por unas vacunas que si fueran de libre acceso solucionarían el problema de todos en poco tiempo. ¿Debería comprender quizá a los responsables de las farmacéuticas en su afán mercantilista? Al fin y al cabo se trata de sus negocios, no van a poner en peligro sus beneficios por una simple pandemia, ¿no? ¿Debería comprender a los dirigentes de los países donde se alojan dichas empresas en su no intervención? Al fin y al cabo, ¿qué extraños precedentes de generosidad sentarían si obligaran a las farmacéuticas a ceder las fórmulas de sus vacunas para que cualquiera pudiera fabricarlas? ¿Debería comprender a quienes están en contra de la vacuna? ¿O a quienes quieren obligarnos a ponérnosla? ¿A quienes quieren imponer medidas más duras? ¿A quienes prefieren abrir la mano? ¿A quienes abogan por que el amor, los abrazos y los besos lo curan todo? ¿A los negacionistas? ¿A los conspiranoicos?
No lo sé, permanezco estupefacta ante mi propia ignorancia y egoísmo, ante esa parte de mí que solo quiere salvarse a toda costa y que las cosas vuelvan a ser fáciles, sencillas y manejables, sobre todo para «mí». Nunca antes me habían puesto delante un espejo de tamañas dimensiones en el que verme al desnudo. Las miserias, mezquindades y peleas que se reflejan a gran escala en las portadas de los periódicos son también las que pugnan en mi interior.
La distancia social se ha convertido en distanciamiento entre las personas. Ya no es que echemos de menos los abrazos, es que casi nos hemos olvidado de ellos. A veces me resulta difícil dirimir si tengo corazón, o si todavía late. Share on X
Voy por la calle, y veo la cantidad de gente que empieza a vivir en ella, con techos de cartones y suelo de suciedad. Veo el número de tiendas que están cerrando. El otro día entré en mi óptica de toda la vida para apretar las patillas de mis gafas y solo después de que el chico me mirase como si fuera una extraterrestre me di cuenta de que se había convertido en una tienda de móviles. Por otra parte, la distancia social se ha convertido en distanciamiento entre las personas. En mis cursos recordamos la época en la que nos tomábamos unas cañas a la salida de clase como si habláramos de la dudosa existencia del Paraíso. Ya no es que echemos de menos los abrazos, es que casi nos hemos olvidado de ellos. Ayer abracé a una amiga enmascarillada y mi cuerpo parecía de cartón. A pequeña escala, a veces me resulta difícil dirimir si tengo corazón, y si todavía late.
Percibo en mis entrañas la devastación psicológica que se está operando en las personas al no ser capaces de asimilar lo que se nos ha venido encima, es decir, la consecuencia de las acciones de la humanidad a lo largo de los siglos. Hace un año yo me creía «especial» por ser una persona traumatizada. Ahora, todos lo estamos.
Lo bueno de tener un espejo tan grande delante a tiempo completo es que no puedo dejar de mirarme, aunque no me guste lo que veo. Quiero atravesarlo y solucionar las cosas al otro lado, convencer al mundo de que hemos de ser… Share on X
Lo bueno de tener un espejo tan grande delante a tiempo completo es que no puedo dejar de mirarme, aunque no me guste lo que veo. A veces me entran ganas de romperlo, pero es que es enorme y a prueba de cabezazos. Otras veces, quiero pasar al otro lado y solucionar allí las cosas, convencer al mundo de que debemos ser mejores personas en vez de ir cada uno a lo suyo, tomar conciencia de los que nos rodean en vez de aislarnos, abandonar las armas en vez de polarizarnos cada vez más, respetar el medio ambiente en vez de querer marcharnos a Marte… Pero, cuando trato de hacer esto, es como si lanzara hacia la dura superficie del espejo un boomerang, que me es devuelto con tanta fuerza que me deja inconsciente.
Lo único que me siento capaz de hacer es aceptar el reflejo del espejo (toda esa suciedad que no me gusta nada) y trabajar con dicho reflejo desde este lado, desde mi propia devastación interior.
De este modo, trato de no emitir opiniones sustentadas en el miedo, la rabia o el afán de control.
No rehúyo el olor a descomposición, la sensación de que el mundo, tal como lo conocíamos, está llegando a su fin.
Aprovecho para paladear esa sensación de que, en cierto modo, es la experiencia más interesante e intensa que me ha tocado vivir.
Escribo, medito, observo mi mente asalvajada y abro espacio a la ignorancia para que en su seno se haga la luz.
Me comprometo a prestar la máxima atención a mi cuerpo, corazón y mente, y a tratar con suavidad cualquier tensión o endurecimiento que observe en ellos.
Diariamente uno mi sentir al de todos los seres, con el deseo honesto de que nos hagamos conscientes de los mecanismos de nuestra confusión.
Acepto mi reflejo en el el espejo del mundo, y trabajo con mi propia devastación. Trato de no emitir opiniones sustentadas en el miedo o la rabia. Escribo, medito y observo mi mente asalvajada. Presto atención a mi cuerpo, corazón… Share on X
Cuando me desconecto, porque las situaciones me sobrepasan, proporciono un espacio amoroso de consciencia a ese mecanismo de defensa para que se pueda ir abriendo y disolviendo.
Procuro que mis acciones estén en consonancia con mi sentir verdadero más que con mis pensamientos, creencias, prisas o impulsos.
Me permito amar sin reservas, conectar con el sufrimiento propio y el de los demás, aprovechar este tiempo de dificultades para ir a lo que importa, prescindiendo de lo superfluo y banal.
Admito mi imperfección y la del ser humano, e invoco a los que fueron y son más sabios que nosotros para que nos rieguen con su sabiduría.
16 comentarios en «El mundo: un gran espejo en el que mirarme»
Hola,muy buen escrito a mi tambien me gusta escribir y deseo que alguien me ayude
Gracias
Hola, Luz,
Gracias por tus palabras. Como estás suscrita a mi web, recibirás información de los cursos que imparto, por si te interesan.
Un fuerte abrazo,
Isa
Isa, siempre luminosa, incluso enfrentando la oscuridad. Gracias por hacerme de espejo en estos momentos tan confusos en los que no encuentro el camino del corazón ni de las palabras. Gracias.
Hola, María,
Gracias a ti, Sí, hacernos de espejo unos a otros en estos momentos creo está muy bien. Que es, de hecho, lo único que podemos hacer ;-).
Un fuerte abrazo,
Isa
Hola, Isa:
A nuestros padres les tocó vivir otra guerra, esta es la nuestra, la guerra del siglo XXI.
Es agotador, ciertamente.
Un abrazo
Estoy contigo, Marusela, es agotador… Y también cuánto estamos aprendiendo.
Un fuerte abrazo, y mucho ánimo,
Isa
Con los barbaros en las puertas de Roma creo que solo nos queda mirar hacia dentro. Es curioso observar cómo todas esas contradicciones que vemos a diario se reproducen en nuestro interior. Yo me siento tan desagradablemente sorprendida a veces que me gustaría echar a correr, o «romper» ese espejo que habla -y no calla- de mis miedos e incoherencias internas.
Muchas gracias, Isa. Tus escritos me ayudan un montón. Me das pistas y me haces caer en cosas que no había visto hasta ahora. Coña, qué sensibilidad la tuya!, con perdón. Mil gracias. Un placer leerte
Gracias por tus generosas palabras, Inés :-). Tus escritos también son muy buenos espejos donde mirarse, y lo serán más y más.
Un abrazo, compañera de reflejos,
Isa
Isa, gracias de nuevo por arrojar luz a esta tupida y atemorizante selva que nos está tocando atravesar. Se me abre la posibilidad real de un camino de esperanza. Un fuerte abrazo
Hola, Garbiñe,
Tú misma eres un camino de esperanza. Has andado ya lo suficiente para poder confiar en él, en ti.
Un abrazo fuerte,
Isa
Gracias Isa, por abrir una vez más tu corazón, y mostrarnoslo aleteando como un pájaro herido, que lanza al viento su piar de sensaciones, sentimientos y emociones, realidades concretas, muy concretas, tanto que haces que yo, nada dado a abstraciones, también me mire en el espejo.
Gracias por tu apreciación, José María. Qué bonita forma de decirlo 🙂
Un abrazo enorme en tiempos difíciles,
Isa
Hermoso, y a la vez, doloroso; yo también me veo reflejada en el mundo. Y eso es lo que me ayuda a amarme más y a amar más incondicionalmente a los demás. Gracias Isa.
Ohhh Isa! Que bonito tu escrito! Yo en Marzo del 2020 escribí algo muy conectado a lo que tu expkicas
poesia de confinamiento
Has venido para recordarnos que somos aquello que olvidamos
Que en nuestra debilidad esta nuestra grandeza
Que sin todos no somos nadie
Que un abrazo vale mas que una nevera llena
Que para escuchar hay que parar
Y para ver hay que cerrar los ojos y dejarse llevar
Eres mas que un virus . Eres el espejo donde muestra su cara la humanidad
Hola, Esther,
Muchas gracias por tus palabras. Qué poema más bonito, para expresar algo que yo creo que nos sucedió a todos en aquel momento.
Un abrazo fuerte,
Isa
Muchas gracias por tu texto desde una
Situación de depresión, creo
que causada en gran parte por la guerra que le ha tocado a nuestra generación