Puede que se te haya muerto un ser cercano hace poco, que hayas sufrido una separación, que estés emprendiendo un proyecto o que simplemente no sepas por dónde tirar en este momento.
En cualquier caso, estás en ese punto en que sientes que necesitas ayuda externa. A lo mejor no necesitas tanto una «terapia» como un acompañamiento, alguien que te escuche y te ayude a encontrar tus propios recursos y riqueza para afrontar la situación de una forma lúcida y pacífica.
El intercambio compasivo se trata de una técnica derivada de la psicología contemplativa que propicia la creación de un espacio protegido y sanador de escucha activa para explorar en compañía los conflictos desde el presente y desde la conexión con el cuerpo y las emociones. Se basa en la atención plena, la cordialidad y la compasión hacia los demás. El amigo compasivo simplemente apoya y favorece el proceso de descubrimiento, desde una posición de igual a igual.
Ser cada vez más consciente de tus propios procesos.
Ser cada vez más consciente de tus propios procesos.
¿Por qué había gente que vivía contenta y yo era tan profundamente desgraciada?
Soy Isa Cañelles y, desde que recuerdo, me hallaba en una isla de hielo. De pequeña tenía la sensación de que no tenía derecho a vivir, y procuraba pasar inadvertida. Apenas hablaba. Creo que si no sucumbí a la locura fue gracias a la literatura. Ese mundo de fantasía me salvó y siempre le he sido fiel, a través de la lectura, la escritura y la enseñanza. A lo largo de mi vida he pasado por muchas terapias, siempre preguntándome POR QUÉ.
Mis tres tablas de salvamento
Cuando encontré la meditación, descubrí que —aunque hubo circunstancias que me vinieron dadas— la infelicidad la experimentaba en mi mente, y mis condicionamientos internos influían en mi percepción de la realidad. Esto me abrió a una dimensión nueva y sanadora.
Por su parte, la escritura me permitió indagar en mis procesos sin pasarlos por el intelecto, en un ámbito vivencial que me hacía evolucionar a través de mis personajes.
Más adelante, realicé una formación en psicología contemplativa que me descubrió un montón de herramientas para relacionarme conmigo misma y los demás desde la apertura y la compasión. Además, en el entorno nutricio de esa formación grupal pude desarrollar mi sueño: unir en mi trabajo mis tres tablas de salvamento, que hasta entonces permanecían desperdigadas (la escritura, la meditación y el trabajo emocional).
Reconocer el miedo y la vergüenza
Aun así, no ha sido hasta hace pocos años cuando me he reconocido a mí misma el miedo y la vergüenza que yacían en el fondo de mi ser y cuando he podido abrir la puerta de la celda a la niña asustada y maltratada a la que había ignorado desde siempre.
Por eso SÉ DE LO QUE HABLO cuando te digo que se puede fundir el hielo interior que, en realidad, no es más que compasión congelada. Puedo ofrecer este acompañamiento desde mis propias entrañas, con el deseo más profundo de ahorrarte sufrimiento y de que puedas encontrar atajos en tu camino vital.
«Lo que más me ha interesado es el acompañamiento sin juicios, un espacio seguro de escucha para poder conectar con las emociones y ser honesta conmigo misma. Me parece un método que es capaz de la transformación. Creo que la mayoría de veces a lo largo de mi vida he sido consciente de mis problemas, sus orígenes, emociones… pero quizás no había aprendido a conectar con ellos de una manera profunda que permitiese un cambio. La maraña de pensamientos y emociones contradictorias que pululaban alrededor de mí me provocaban ansiedad y estrés en el cuerpo. Empezar a trabajar con este acompañamiento cálido y amable supuso cambiar el lugar desde dónde observaba para que el sol no me cegara, sin miedo a caer en el vacío».
«Me daba algo de susto y creía que no me iba a soltar, pero lo hice. Y es una liberación hacer un trabajo dejándote llevar por tu cuerpo y sus sensaciones. Es un descanso y un poco de magia, seguramente por lo poco que lo frecuentamos. Ha sido muy creativo. Mientras avanzaba en el objetivo que nos habíamos puesto, he ido mejorando en afrontar cosas cotidianas que iban saliendo de forma natural. Quiero dar las gracias a Isa por acompañarme con tanto cuidado y delicadeza».
«Comencé la experiencia en este aprendizaje para desarrollar un proyecto de largometraje basado en vivencias muy cercanas a mí. Cuando pensaba en empezar el proyecto tenía la misma sensación que cuando llegas a un hotel que no conoces por primera vez. Es de noche y el recepcionista te indica que la habitación está en la segunda planta, al final del pasillo. Sabes que es tu habitación y que descansarás del largo viaje. Pero cuando subes las escaleras se apaga la luz. Caminas con los brazos estirados mientras tocas las paredes en busca del interruptor. Pisas con fuerza la moqueta del suelo para ver sí se activa el sensor. No ves nada y cada paso que das es muy lento. En cada sesión de acompañamiento con Isabel, tenía la sensación de poder avanzar más rápido. Se encendía una luz de alguna habitación del largo pasillo y asomaba por debajo de la puerta. Esto me permitía andar un largo trecho sin estirar los brazos. Después de muchas sesiones, me quedan pocos pasos para llegar por fin a la puerta de la habitación y poder descansar. Así el proyecto sigue avanzando».
«Lo que más me ha interesado es el acompañamiento sin juicios, un espacio seguro de escucha para poder conectar con las emociones y ser honesta conmigo misma. Me parece un método que es capaz de la transformación. Creo que la mayoría de veces a lo largo de mi vida he sido consciente de mis problemas, sus orígenes, emociones… pero quizás no había aprendido a conectar con ellos de una manera profunda que permitiese un cambio. La maraña de pensamientos y emociones contradictorias que pululaban alrededor de mí me provocaban ansiedad y estrés en el cuerpo. Empezar a trabajar con este acompañamiento cálido y amable supuso cambiar el lugar desde dónde observaba para que el sol no me cegara, sin miedo a caer en el vacío».
«Me daba algo de susto y creía que no me iba a soltar, pero lo hice. Y es una liberación hacer un trabajo dejándote llevar por tu cuerpo y sus sensaciones. Es un descanso y un poco de magia, seguramente por lo poco que lo frecuentamos. Ha sido muy creativo. Mientras avanzaba en el objetivo que nos habíamos puesto, he ido mejorando en afrontar cosas cotidianas que iban saliendo de forma natural. Quiero dar las gracias a Isa por acompañarme con tanto cuidado y delicadeza».
«Comencé la experiencia en este aprendizaje para desarrollar un proyecto de largometraje basado en vivencias muy cercanas a mí. Cuando pensaba en empezar el proyecto tenía la misma sensación que cuando llegas a un hotel que no conoces por primera vez. Es de noche y el recepcionista te indica que la habitación está en la segunda planta, al final del pasillo. Sabes que es tu habitación y que descansarás del largo viaje. Pero cuando subes las escaleras se apaga la luz. Caminas con los brazos estirados mientras tocas las paredes en busca del interruptor. Pisas con fuerza la moqueta del suelo para ver sí se activa el sensor. No ves nada y cada paso que das es muy lento. En cada sesión de acompañamiento con Isabel, tenía la sensación de poder avanzar más rápido. Se encendía una luz de alguna habitación del largo pasillo y asomaba por debajo de la puerta. Esto me permitía andar un largo trecho sin estirar los brazos. Después de muchas sesiones, me quedan pocos pasos para llegar por fin a la puerta de la habitación y poder descansar. Así el proyecto sigue avanzando».