Aunque en apariencia no nos jugamos nada al escribir, a veces es como si tuviésemos que seguir siendo ciudadanos respetables en nuestras historias.
La valentía como escritores consiste en darle a nuestro relato lo que la misma narración pide.
La valentía como escritores consiste, precisamente, en darle a nuestro relato lo que la misma narración pide. En cada momento del texto, uno puede elegir entre dos caminos: el consabido, previsible y «correcto» o aquel que nos llevará por derroteros desconocidos. Si tiramos por el segundo tendremos gloriosas meteduras de pata, pero también de ahí provendrá la genialidad y la maestría.