Autora: Mercedes Adán
Lo que más me gusta en el mundo es bañarme en el mar.
Hoy llegué a la playa y apareció ante mí una inmensidad de agua azul bajo un cielo gris. Caminé hacia la arena, me descalcé, dejé la ropa en la bolsa, y me acerqué a la orilla. El agua me mojó los pies y ¡estaba helada!, pero al rato ya no la sentía tan fría.
Soy de entrar poco a poco en el agua, así que estuve avanzando despacito un buen rato. Cuando me mojé la tripa aguanté las ganas de gritar, igual que cuando el agua me llegó a los hombros. Abrí la boca y ahogué el grito. A los pocos segundos la temperatura era perfecta. Disfruté muchísimo de la levedad que siento en el agua, de sentirme bien en mi cuerpo, y de que mi mente se quedara vacía de pensamientos y preocupaciones.
Pues sí, estoy en la playa.
Últimamente, me estoy haciendo la vida fácil. Es una suerte venir en junio. El sol tiene un brillo dorado suave, y todo está tranquilo, preparándose para soportar el ímpetu amarillo del verano. He venido a Elche a un curso de movimiento expresivo. Trabajo muchas horas y hago muchas cosas, pero no tengo sensación de agobio. Creo que es porque las cosas que hago ahora, las elijo. Me doy cuenta de que muchas de las decisiones de mi vida no han sido elegidas de modo muy consciente.
Ahora sé un poco más lo que quiero porque me dejo sentir. Y desde que sé lo que siento, me acerco mucho mejor a saber lo que quiero. Clic para tuitear
A veces he mirado demasiado lo que hacían los demás, y otras, realmente, ni sabía lo que quería. Ahora sé un poco más lo que quiero porque me dejo sentir. Y desde que sé lo que siento, me acerco mucho mejor a saber lo que quiero.
Esta mañana, mientras nos despedíamos y hacíamos balance del curso de Elche, cuando me tocó hablar me puse a llorar. Y no hacía más que repetir, extrañada de mi llanto, que estaba en un momento muy bueno de mi vida. Y me decía Pedro, que impartía el curso: «Estás en un buen momento de tu vida y lloras». Y así era. El caso es que ahora acepto mejor que las emociones llegan y se van como las olas, y no hay manera de ordenarlas ni de decidir si son o no oportunas. La realidad es que están. Y ayer estaba en un buen momento y lloraba.
Es difícil que los demás nos sostengan cuando expresamos emociones que no suelen gustar, incluso es difícil dejarnos sentirlas en soledad. Clic para tuitear
Solo puedo llorar si me siento en un entorno seguro. Y no lo siento demasiadas veces.
Estamos acostumbrados a tragarnos las lágrimas, y si nos permitimos llorar o enfadarnos, enseguida alguien hace algo para que eso se acabe. O lo paramos solos, pensando que es inadecuado. Es difícil que los demás nos sostengan cuando expresamos emociones que no suelen gustar, incluso es difícil dejarnos sentirlas en soledad.
Socialmente, no dejamos expresar las emociones en el cuerpo y nuestra educación nos ha enseñado a guardarnos lo que sentimos. Así que de tanto tapar, es normal que a veces ni sepa lo que me pasa. Y desde ahí, no me extraña no haber podido elegir lo que quería.
Pero sí sé que hay cosas que me gustan y cuándo me siento bien, como es un baño de mar. Y la segunda cosa que me gusta, además del baño, es encontrar una buena pradera, verde y mullida en cuesta, y hacer la croqueta. ¡Es tan divertido dejarte rodar por la fuerza de la gravedad y bajar y bajar, sin peso y sin pensar, como un balón jugando!
Es otra cosa que tampoco suelo hacer, porque no está bien visto que una señora, hecha y derecha, se tire al suelo a retozar. Y no digamos si está vestida de fiesta (y es que ahora muchas bodas se celebran en mullidas praderas). Pero de vez en cuando lo hago, porque me gusta, me lo pide el cuerpo, y esos momentos se me quedan grabados. Igual que los primeros baños de mar de la primavera o el verano.
Todo eso que siento a nivel corporal, se almacena en un lugar destacado y deja una huella indeleble, que cuando la recupero, puedo recrear y volver a sentir. Clic para tuitear
En fin, puede parecer que bañarse en el mar y hacer la croqueta en la hierba no son cosas que tengan mucho que ver con las emociones. Pero es que puede que la diferencia entre ser consciente y pasar por las cosas sin pena ni gloria, esté en dejar que se expresen en vez de contener los impulsos que sienta en mi cuerpo. Mis recuerdos van asociados a esos momentos en los que registro la temperatura del agua, el roce de la hierba fresca, el sol en la cara, el giro en mis ojos y en mi oído… Todo eso que siento a nivel corporal, se almacena en un lugar destacado y deja una huella indeleble, que cuando la recupero, puedo recrear y volver a sentir.
Ahora, imagínate en situaciones que seguro que alguna vez has tenido delante: un enorme charco en medio del camino del bosque, en un día caluroso del verano te encuentras ante una piscina, han dejado una tarta de nata y chocolate a la entrada de un parque, miras al suelo y hay un billete de cincuenta euros, o aparece una pradera verde y mullida en pendiente. ¿Qué harías al encontrarte de golpe con cada una de estas cosas? Es muy posible que respondieras a esos estímulos de diferentes maneras según el momento de tu vida, pero seguro que tu cuerpo no se quedaría indiferente y tendría un impulso.
Es triste dejar de sentir los impulsos del cuerpo, aunque luego no les hagas caso. También tenemos impulsos terribles, es verdad. Pueden ser violentos y furiosos, o parecer irrefrenables. Y son igual de valiosos, puede que nos sintamos atacados o en peligro cuando surgen esos impulsos que nos asustan. Así que nos dan una valiosa información, aunque no siempre hace falta actuar. En cambio, darme cuenta de que ese impulso está ahí sí es importante y una gran riqueza. Soy capaz de ver una pendiente de hierba y revivir esa sensación de girar sin fin, aunque reprima el hacerlo. Reconocer en el cuerpo el impulso ya es tocarlo, darle la bienvenida y aceptar que está y que me trae recuerdos, emociones, información, sensaciones… me dice que estoy viva y soy un animal que siente.
Elijo lo que quiero, partiendo de lo que siento. Clic para tuitear
Podía no haberme bañado hoy porque el agua estaba fría. Pero ahora me siento fresca, salada, limpia, con el cuerpo y la mente muy fuertes. Podía haber dejado pasar el momento. Pero la vida es fugaz… Así que elijo lo que quiero, partiendo de lo que siento.
Aunque llore, estoy feliz de sentir.
Y aunque mi sensación de soledad parece que se hace más grande en una playa solitaria en junio, siento que mi cuerpo siempre me acompaña. Escucharlo me sirve para sentir y tomar decisiones. Quiero aquietarme a veces, y otras moverme, y saltar sobre los charcos, y hacer la croqueta, aunque ya sea una señora; y bailar, llorar, y sentir lo que me parece bueno y menos bueno. Y aprender a hacer caso a mi cuerpo y a cuidarlo (porque a veces no lo cuido, pero esa es otra historia). Me cuesta atenderlo, pero me hace mucho bien.
Recogí mis lágrimas y esa sensación de estar en un buen momento vital en el curso. Recojo también el baño de mar y el brillo del sol dorado suave de junio.
Me sienta bien y está hecho a mi medida.
Y vuelvo a casa con todo eso puesto.
10 comentarios en «Las emociones en el cuerpo: si sé lo que siento, sé lo que quiero»
Que bonito Mer eso que dices” elijo lo que quiero partendo de lo que siento” o “ reconocer en el cuerpo el impulso ya es tocarlo”
Y es que dejamos de ser niñas no porque seamos unas señoras, sinó por que dejamos de jugar, como dices tu , de saltar charcos y hacer la croqueta…
Sí, justo. Y esa parte que perdemos de sentir el impulso que teníamos de niñas es lo que nos desconecta del sentir y del deseo. Yo lo vivo así. Y me ha costado mucho darme cuenta. Cuando lo veo las cosas son muy diferentes…
Ester, un fuerte abrazo,
Mer
Precioso escrito, pues si eso es la vida sentirla. A mi también me encanta el mar y buen baño sin gente jaja y lo de la croqueta en un prado verde es lo más. También me apasiona el bosque y sus rayos.
gracias Mer por tu sentir
Ay, Almudena, has dado con otra cosa de la que podía haber hablado perfectamente: las tormentas. Nada como mojarse cuando llueve a mares… es otro tipo de baño. En el bosque da un poquito más de miedo.
Gracias por tu comentario y traer los rayos… ¡Bienvenidos!
Un fuerte abrazo,
Mer
Querida Mer. Como me gusta leerte y esto que escribes hoy es tan bonito. Te sale del alma.. Creo que te conozco y eres tan real cuando escribes. Real y verdadera. Nada de artilugios. Toda verdad y sentimientos van delante de ti. Al decir «Elijo lo que quiero partiendo de lo que siento» es de inteligentes . Me ha recordado una cosa que hice cuando este mes de mayo estuve en Santiago de Compostela. La Plaza del Obradoiro estaba con bastante gente. Peregrinos que descansaban en el suelo frente al enorme monumento de la Catedral. En ese momento sentí envidia de ellos. Ellos llevaban pantalones vaqueros y blusones cómodos y sudados. Se les veía felices a pesar de la cara de cansancio. Y de pronto yo quise sentir lo mismo que ellos y sin pensarlo me tiré al suelo. No pensé en mis pantalones nuevos ni en mi chaqueta casi recién estrenada. Y así tumbada miré aun lado y a otro y me sentí como uno más de ellos. Mi prima me miró y vi en sus ojos «Estás loca» Y no me importó. De un saltó me levanté luego y no pensé en ningún momento en mi fractura de pelvis. Y no me arrepiento de haberlo hecho.
Perdona Mer por esta intromisión. Es un lujo y un placer tenerte como amiga.
No es una intromisión, es un estupendo ejemplo de sentir un impulso y hacerlo caso. A veces nos privamos de cosas tontas que nos hacen bien por no sentir y seguirlos, como dar un abrazo o decir te quiero o déjame en paz que no te soporto, o ir a oler una flor o a abrir una ventana y sentir el viento. Así que es genial que te llegue ese momento en que lo hiciste y te sentiste bien.
Escribir también es un impulso, para vivir cosas y explicarlas y entenderlas… El trabajo que nos da y lo felices que nos hace… ¿verdad?
Matilde, un fuerte abrazo,
Mer
Me alegro mucho del momento y las experiencias que estás viviendo, bien lo mereces , no te ha sido gratis . Seguir a tu corazón es la mejor de las opciones que puedes tener … después viene la recompensa.
Un abrazo Mer, te quiero.
Lali, cualquier cosa que se sale de lo cómodo y esperable, es complicada, la verdad. Y esto lo está siendo. Pero la recompensa ya la siento con estar en lo que quiero… Y si viene más, será mucho mejor y lo celebraremos 😉
Yo también te quiero, un fuerte abrazo,
Mer
La fotografía del post es bellísima y muy relajante.
A mí también me encanta el mar, sus olas, su color azul, Qué relax.
«Disfruté muchísimo de la levedad que siento en el agua, de sentirme bien en mi cuerpo, y de que mi mente se quedara vacía de pensamientos y preocupaciones.»: Me encanta este párrafo.
Guay el curso de movimiento expresivo.
Segundo párrafo magnífico:
«Ahora sé un poco más lo que quiero porque me dejo sentir. Y desde que sé lo que siento, me acerco mucho mejor a saber lo que quiero.»
«El caso es que ahora acepto mejor que las emociones llegan y se van como las olas,» :qué preciosidad de imagen las olas con las emociones.
«Solo puedo llorar si me siento en un entorno seguro. Y no lo siento demasiadas veces.»: Yo igual.
Yo ahora mismo mi tristeza y otras emociones sí las expreso en soledad. El problema es cuando la expresé con mis examigos que no supieron entenderlo, pero sí les pareció mal que lo expresará.
Completamente de acuerdo con este párrafo:
«Socialmente, no dejamos expresar las emociones en el cuerpo y nuestra educación nos ha enseñado a guardarnos lo que sentimos.»
Qué divertido lo de la croqueta en la pradera.
A mí me gusta pisar los charcos, me divierte mucho y lo hago a mi edad.
Otra maravilla de párrafo:
«Todo eso que siento a nivel corporal, se almacena en un lugar destacado y deja una huella indeleble, que cuando la recupero, puedo recrear y volver a sentir.»
Otro párrafo magnífico: importantisimo hacer caso a este párrafo, gracias.
«Pero la vida es fugaz… Así que elijo lo que quiero, partiendo de lo que siento.»
Muchísimas gracias por este post Mercedes, todos tus posts me gustan pero este el que más porque es tal la belleza, elegancia y sensibilidad que transmites que me conmueven.
Abrazo enorme.
Marta, ¡qué bonito esto que haces de recoger lo que te llega de lo que escribo y qué bonito tu comentario!
Un abrazo grande para ti también y gracias por tu sentida valoración que me ha emocionado,
Mer