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Mis personajes internos II

Personajes internos que puedes encontrar en un autobus

19 de enero de 2020

 

Hace unas semanas te invitaba en el post Mis personajes internos I a realizar un ejercicio propuesto por Laura Ribas para abrir espacio y escuchar a esos personajes internos que solemos rechazar y negar. Si recuerdas, se trata de que imagines que vas en un autobús y se sienta a tu lado cada uno de esos entes de pronto transformados en personas de carne y hueso que tienen algo importante que decirte. Deja libre a tu creatividad y descubrirás que cuando le abres espacio a aquello que te causa rechazo, te devuelve también un mensaje de apertura.

Los personajes de mi autobús

Te pongo algunos ejemplos más de mis personajillos:

Adjetivo: posesiva.
¿Por qué?: A mis seres queridos los quiero para MÍ.
Nombre: Anabel, la posesiva
Aspecto: Va con un traje de chaqueta de color lila, y lleva un bolso negro grande apoyado en las rodillas. En él podría caber un caballo de carreras.

Mensaje: «Estoy aquí para proponerte un trato. Si necesito acapararlo todo en este bolso es porque hay un agujero en el fondo. Todo lo que consigas nunca será suficiente, porque sientes una carencia y una insuficiencia de base. Te parece que tienes una tara de nacimiento que impide que la gente te quiera, Isabelita, pero no es así. Eres una persona estupenda y no necesitas encerrar a las personas y a las cosas en tu ámbito de posesión. Si no sienten que las quieres atrapar, querrán de una forma natural estar cerca de ti. Podremos remendar juntas el fondo de este bolso con hilo de ternura, y lo dejaremos abierto, para que sirva solo de receptáculo acogedor. Eso sí, que todo lo que entre se sienta libre para salir cuando quiera. ¿Hay trato?».

* * *

Adjetivo: airada.
¿Por qué?: A vece me posee la ira.
Nombre: Muriel, la iracunda
Aspecto: Muy delgada, de unos cuarenta años, con pómulos marcados y ojos hundidos con ojeras. Desprende electricidad.

Mensaje: «Estoy muy decepcionada contigo. ¿Qué te has creído? Perdona que te diga, pero estoy harta de que te creas todo lo que te decía tu madre, de que te identifiques con ella y te metas a vivir en un agujero de negritud. ¿Por qué habrías de vivir SU vida? Puede que a ella no se le diera muy bien responsabilizarse de sus cosas, pero tú no tienes por qué hacer lo mismo. No serviría de nada, ¿no lo entiendes? Ya sé que te doy miedo, que te asusta la agresividad, pero no se me ocurre otra forma de hacerte sentir la incomodidad de estar siempre viviendo en el pellejo de otra persona que imitar su forma de hablar. No asumas sus causas y sus condiciones, porque las tuyas son diferentes. Tu karma es distinto, y tienes las herramientas para trabajarlo. Te regalo mi voz para que grites: ¡A tomar por saco!».

* * *

Adjetivo: miedica.
¿Por qué?: Tengo el miedo adherido a los huesos.
Nombre: Silvia, la miedica
Aspecto: Pequeña y encogida, con un traje de niña pequeña rosa de cuellos redondos y blancos. Lleva una coleta con un lazo blanco.

Mensaje: «Me muero de miedo. Me despierto por las noches sobresaltada y grito de terror. Miro alrededor y veo una casa muy bonita y tranquila, sin ningún lobo acechándote en la oscuridad, veo que tus amigos te quieren y desean lo mejor… Pero soy una niña asustada que vive en ti y que necesita que la tranquilicen. ¿Podrías abrazarme, por favor?».

* * *

Adjetivo: gorda.
¿Por qué?: Me siento gorda y poco flexible.
Nombre: Lola, la gorda
Aspecto: Le cuesta sentarse a mi lado. Sobresale del asiento por ambos lados. Lleva un jersey y unos vaqueros varias tallas más pequeñas que la suya. Va enfrascada en el móvil. La miro fijamente y levanta la vista hacia mí.

Mensaje: «Qué quieres que te diga, mujer, con el estrés que llevas… ¿qué quieres que haga sino devorarme donuts a escondidas, comer patatas fritas, beberme una cervecita diaria, mirar obsesivamente el whatsapp? Que disminuyeras el ritmo un poquito, que te relajaras… todo eso me ayudaría con esto de la ansiedad. Date cuenta de que llevas demasiado tiempo al límite. ¿No será que no eres capaz de confiar en ti y te autoboicoteas una y otra vez para volver a la casa de tus carencias? Si no te sientes plena, tendré que llenarme de comida basura para que al menos tu cuerpo se sienta lleno de algo. Pero no es plan. Vamos, digo yo. ¿Cómo lo ves tú?».

2 comentarios en «Mis personajes internos II»

  1. Pues es un buen ejercicio, nunca lo había enfocado desde ese punto de vista pero es real, o al menos a mi me pasa. Da que pensar y te hace ver la realidad y es una herramienta que sería buena para enseñar en los colegios

    Responder
    • Gracias, Macarena, me alegro mucho de que lo consideres útil. Supongo que se podría adaptar para que sirviera a los niños, sí :-))).

      Un abrazo fuerte,

      Isa

      Responder

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