A la hora de escribir relatos, no hay que permitir que nuestra parte racional, lógica y cartesiana invada las situaciones. Los relatos han de ser congruentes y tener una sólida causalidad interna, pero más vale que no sean ni racionales ni cartesianos.
Más vale dejar fluir el inconsciente mientras se escribe (luego ya habrá tiempo de revisar y reparar), soltar el hilo rígido de los pensamientos, flotar en esa nada aparente que es no pensar con el intelecto, y darse cuenta de que en realidad está llenísima de cosas (percepciones, emociones, imágenes, personajes…) que se pueden transmitir con palabras.