Los bloqueos se suelen dar en las actividades que de verdad nos importan, en la comunicación con nuestra pareja o en la escritura, con la familia o al aspirar a un puesto más alto en el trabajo.
En cuanto a la escritura, el bloqueo no tendría tanto que ver con la falta inspiración o con un declive en la fuerza de voluntad, como con un estado mental y físico de tremenda tensión en el que choca el deseo o la necesidad de escribir con la incapacidad y el rechazo a hacerlo.
Cuando estoy bloqueada pienso en escribir y siento ganas de vomitar. Las náuseas no se me pasan porque me ponga delante del papel y escriba unas frases, sino que aumentan. Escribir se convierte en una pesadilla, en algo que debo hacer, pero contra lo que todo mi ser se rebela.
El bloqueo: una lucha encarnizada contra el miedo a escribir.
Los síntomas se parecen mucho a cuando tenemos miedo, ¿no? Miedo a que no nos quieran, miedo a que nos recriminen, miedo a que no nos lean, a hacer algo fuera de lugar o a llenar la hoja de lugares comunes, miedo a la imperfección… Miedos viscerales que no nos permiten dar lo mejor de nosotros mismos y contra los que nuestra razón se rebela.
Pero lo que realmente genera el bloqueo no es el miedo, sino nuestra lucha encarnizada contra él. La razón nos dice que tenemos que escribir, que eso nos va bien y es necesario para nosotros; el cuerpo y el corazón nos dicen que no, que da mucho miedo escribir.
Si lo miramos a la luz del sentido común (más unificador) ambas partes en contienda saben lo que hacen. Es cierto que al escribir (al actuar, al existir) corremos el riesgo de que nos recriminen, de meter la pata y de no ser perfectos, de adentrarnos en terrenos pantanosos, de sentir el peso de la edad y ver acercarse la muerte con cada golpe de teclado. Y no es una mera hipótesis: seguro que nos pasa todo eso y mucho más.
Escribir es admitir que vivimos
Pero también es verdad que, a pesar de eso, o precisamente por eso, escribir forma parte de nuestra vida, nos hace personas, nos saca de un automatismo enfermizo.
Superar el bloqueo al escribir consiste en admitir nuestros miedos, rendirnos a ellos y abandonar las armas. Sin miedo no habría escritura, solo evasión. Share on X
Superar el bloqueo consiste, pues, en admitir nuestros miedos, rendirnos a ellos y abandonar las armas. Están ahí, sí, pero no para herirnos sino como parte consustancial del territorio a explorar. Sin miedo no habría escritura, solo evasión. Sentir su aliento en nuestro cogote es el síntoma más claro de que estamos vivos y de que tenemos el coraje de seguir estándolo.
Todo esto se resume, para mí, en una frase que leí a Eloy Tizón: «Sé que mientras estoy escribiendo no puedo morir». En la misma escritura de esta frase se consigna la fusión del cuerpo, el corazón y la mente de un escritor. Ahí está el miedo, el terror más bien. Y ahí está —sin divisiones, pura trascendencia— la superación del miedo. Del bloqueo.
6 comentarios en «Superar el bloqueo al escribir»
Los miedos nos atrapan a veces, silenciosos se agazapan bajo nuestros pies, sin darnos apenas tregua,
sin concedernos espacios-tiempos, sin dejarnos caminar.
Habitados en nuestra zona de confort, los queremos ahuyentar, recobrar el tiempo perdido y no olvidar aquello de seguir conquistando sueños.
Los miedos nos empequeñecen, nos impiden respirar, miramos sin ver…casi siempre es de noche.
Los miedos nos coartan las libertades.
Hay que vencerlos, arrojarlos por la ventana y dejar de temblar.
Gracias por abrimerme tu ventana.
Gracias por compartir tu visión de los miedos, Carmen Gloria. Te ha salido todo un poema :-).
Un abrazo fuerte,
Isa
Gracias Isa. Tu escrito me ha hecho llorar y darme cuenta de lo que me pasa con la carta a mi hija. Creo que acaba de empezar mi desbloqueo.
Hola, Paloma,
Me alegro de que el artículo te haya servido para ponerlo en práctica sobre la marcha. ¡Mucho ánimo con ello!
Un abrazo fuerte,
Isa
Muchas gracias Isa por lo que has puesto sobre el bloqueo, el miedo en definitiva, que nos impide continuar algunas veces en el día a día.
El bloqueo a no saber si estás o no a la altura de la circunstancia, se busca una perfección que no existe, que no forma parte de tí y que en el fondo muy, muy fondo se define como miedo a:
Que no sentirte «herida» por lo que te han dicho o hecho
Que no eres capaz de esto o aquello, cuando somos personas que podemos, somos valientes, y, que el miedo nos atemoriza, nos agazapa dentro de un muro que muchas veces es muy difícil traspasar.
En cambio, la escritura, libera lo que llevas dentro, sin embargo, también hay que saber trabajarla porque no todo se libera a través de la misma, aunque para mí personalmente es una de las terapias más buenas que he conocido ,y, no ha sido la única.
Mucha gracias por tu aportación, María del Pilar. En efecto, la escritura es muy terapéutica, porque es un espacio protegido en que los miedos pueden ser asumibles y, por tanto, podemos trabajar con ellos. En la vida resulta demasiado aterrador. Y también estoy de acuerdo en que cuanto más sepas manejar las herramientas narrativas, más liberación habrá.
Un abrazo fuerte,
Isa