Autora: Mercedes Adán
Cuando empecé a escribir, creía que hacerlo bien era conseguir una historia memorable. Durante un tiempo busqué la historia perfecta para que me felicitara todo el mundo. Como ya imaginarás, escribí todo tipo de cosas, algunas salieron bien, y otras no tanto.
Mi escritura fue cambiando y mejorando, pero mientras mantuve esa idea de que un día iba a escribir la historia perfecta, fui de frustración en frustración, hasta que entendí que no era eso escribir. No para mí. Tuve que ir apartando la vergüenza, el orgullo, los miedos y otras cosas para poder comprender lo que es la escritura. Poco a poco empecé a entenderla de otra manera.
La escritura es algo más bello que un acto intelectual: es un acto creativo. Por eso necesita vitalidad. Share on X
La definición de escritura para mí, ahora, es algo así de raro: contar cómo voy a tientas hacia algo que vislumbro entre niebla, hasta que llega la claridad e ilumina lo que hay. Tengo que contarlo de forma que quien me lea pueda vivir conmigo ese descubrimiento. Parece un poco locura, pero en esta forma de escribir encuentro la motivación. No la encuentro si quiero empezar teniendo ya en la cabeza todo lo que quiero contar, sea inventado o real.
Si ya sabes todo lo que va a pasar, te vuelves un escritor con corsé, te quedas en un lugar apretado que no te permite el movimiento, porque partes de algo que ya no está vivo. Querrás llevar al lector a la emoción que viviste cuando se te ocurrió la historia, pero le parecerá que acaricia un animalillo que ya no respira, no lo sentirá latir, incluso puede que sienta cierta repulsión.
La vitalidad
La escritura es algo más bello que un acto intelectual: es un acto creativo. Por eso necesita vitalidad. Que se pueda estar presente porque lo que ocurre está vivo.
Fuera las censuras mentales en tu escritura.
Para lograr esto, hay que liberarse de restricciones y censuras mentales y darle a la historia un espacio en el que se pueda desplegar. Porque a veces la propia historia hace que lleguen los personajes, se desplaza a un lugar inesperado o trae una emoción que ni conocías. Y hay que darle libertad para que se desarrolle.
Respirar un relato cuando estás escribiendo, permite recoger lo que hay en él, y prepararse para que al exhalar salga esa magia que va disipando la niebla Share on X
Para contar puedes partir de algo que has pensado o has vivido, claro que sí, si luego dejas esa libertad fluir. También puede inspirarte un instante que te ha emocionado, un impulso, un sueño misterioso, algo perturbador que te inquieta, un ardiente deseo, la añoranza de revivir un instante hermoso… Una vez que tienes ese hilo, cuando empiezas a escribir, tienes que saber que en esa historia hay algo que no conoces. Y eso juega a tu favor, porque hace interesante la exploración y hay algo a conquistar que está al final de ese hilo. Una pequeña verdad de valor.
El ritmo de la escritura, permite una mirada personal y más pausada de la realidad, que es difícil practicar en la rápida vida cotidiana. Respirar un relato cuando estás escribiendo permite recoger lo que hay en él, y prepararse para que al exhalar salga esa magia que va disipando la niebla. Ese secreto que despierta según avanza un relato, hace que el esfuerzo de escribir merezca la pena. Se abre un rinconcito propio que tienes velado en el día a día, pero que está ahí. Es la creatividad, el delirio, la percepción, el deseo, la intuición, la libertad, la voz…
La coherencia
Si dejas que lo que hay se despliegue saldrán cosas. Podrás elegir entre eso que surge, para avanzar en la historia, atendiendo a la segunda indicación importante que marca el camino de la escritura: la coherencia. Si consigues vitalidad en las situaciones y coherencia en lo que cuentas, lo tienes.
Casi no nos permitimos la coherencia en la vida, pero nos la podemos permitir en la escritura. Escribir buenos relatos es darnos permiso para dejar a nuestros personajes ser coherentes y hacer. Son muchas las veces que algo me molesta y no lo digo, quiero gritar y no lo hago, y lo que es peor, quiero decir a alguien que le quiero y darle un abrazo, y me contengo. En la escritura puedo hacer todo eso y permito que mi personaje sea libre para ser él mismo con lo que ocurra.
Cuando en la historia no hay coherencia cae de nuevo la niebla. Se necesita tiempo para que salga el sol. Lo mejor es hacer algo que relaje, propiciar el abrirte a lo que no has visto antes, hasta bailar, escuchar música, pasear o dibujar. Los personajes esperan pacientemente a ese momento soleado en que se ilumine lo que tengan que hacer.
Lánzate a escribir como si saltaras a una piscina, sé valiente, escribe sobre algo que te interese o te intriga, o sobre lo que sientes una curiosidad irrefrenable, no pienses hasta donde te va a llevar. Confía en que puedes hacer la travesía si ha llegado el impulso de explorar. Aprende a abrirte a la vitalidad y a la coherencia, en tu escritura y en tu vida. Puede que cueste al principio, pero es una maravilla entrar en este club de locos.
Este ha sido un sueño que he tenido hace un par de días y sobre el que quería escribir: «Caí por un agujero negro que se abrió en el ascensor». Puedo seguir así:
Aterrizo sobre algo blandito y reboto varias veces. En el sótano de mi edificio hay un cuarto extraño que no conozco, lleno de librerías con cajas de juegos, cuentos, tomos con letras de colores, mesas de billar, de pin-pon y de juegos de mesa. Perros y gatos dormitan juntos sobre cojines mullidos. Un hombrecillo de ojos hundidos se acerca y me dice: «Bienvenida al almacén del inconsciente del edificio. Aquí está todo lo que ha pasado por los sueños tuyos y de todos tus vecinos. Para entrar en la jaula de los monstruos nos tienes que pedir la llave».
Le pregunto: «¿Encontraré por aquí todas las historias que he escrito en mi cabeza?».
Me mira burlón y responde, encogiéndose de hombros: «Busca».
Si quieres profundizar en tu vida, profundiza en tu escritura.
Profundizar no es meterte en el fondo abisal del océano. Es abrirse a lo que trae una historia, es respirarla en vez de pensarla, es dejar de empujar hacia dentro las cosas inadecuadas, inconvenientes e incómodas que no te has dejado hacer en la realidad y que quieren hacer tus personajes, es meterte en líos interesantes, palpitantes y mágicos.
12 comentarios en «Superar la procrastinación en la escritura: consejos para mantener la motivación»
Leyéndote dan ganas de dejar todo y sentarse a escribir…lo que sea…lo que salga…lo que hay que sacar a empujones.Un abrazo. Mariluz
Es que yo a veces me siento así, tan perdida, que si no escribo no me encuentro. Supongo que es lo que llega. A empujones se resiste más. Sin pretensiones, siempre sale algo importante, pero claro, lo difícil es no tener pretensiones…
Un fuerte abrazo, Mariluz 😉
Llega este post y me hace reflexionar sobre qué tengo y qué me falta para seguir escribiendo. Hace tiempo que sé que me falta la «energía» necesaria, o como dices en tu reflexión, la vitalidad.
Aún así, quiero seguir en este viaje, esperaré con la esperanza de encontrarla cuando menos lo espere. Creo que voy a dejarme tranquila y confiar en mi propio camino interior. Sin presión.
Gracias por tu lucidez y esperanza.
Me atrevo a decirte lo que me llega.
La vitalidad es para mí que el texto esté vivo, y la tristeza, la melancolía, la pérdida, el sinsentido, la vulnerabilidad… esas cosas, también son vitalidad.
He ido al diccionario tras leerte y dice «Vitalidad: Actividad o energía para vivir o desarrollarse». Yo creo que están ahí todo tipo de energías.
Y a veces estamos en algo que no nos apetece. Escribirlo es meterse en el río para llegar a la otra orilla, si no queremos mojarnos, no hay manera de pasarlo. No digo que te pase esto, sino que tendrás que escribir de lo que haya, incluso contra tu voluntad.
Un abrazo grande, Loreto.
Escribo desde antes de aprender la mecánica locura de ma me mi mo mu y sus combinaciones físicas. Comencé a escribir desde que me recuerdo inventando historias y diciendo «tonterías» automáticamente y sin filtro. Me ha encantado tu historia subliminal. Solo al descansar del arduo trabajo de enseñar a escribir «formalmente», he podido soplar las brasas y encender ese deseo de mirar cómo crece la llama de una lumbre escondida, miedosa, turulata y llena de miedos. Gracias.
Vera, me siento acompañada por esa llama turulata y los miedos bailando sobre las brasas como locos. No queda más remedio que quemarse los pies, quemarse lo que haga falta y luego curarnos con la sal del mar. No podemos hacer otra cosa…
¡Gracias a ti, de corazón!
Genial como siempre, Mercedes y muy inspirador. Gracias!
Jaime, ¡gracias! 😉
Mer! Me ha encantado tu descripción hace que la pueda tocar y estimula mis ganas de escribir.
Gracias, un abrazo lleno de ganas de ponerlo todo en práctica.
Maite
Maite, ¡qué bien poder compartir este impulso y la alegría que trae la escritura! 😉
Un fuerte abrazo para ti también,
Mer
Me ha gustado Mer este post.
Me quedo con las frases en negrita, son todas magníficas.
Efectivamente cuando escribes tienes total libertad, no hay nadie que te supervise para después darte su prohibición.
Hay veces que salen relatos tristes y otros alegres, lo bonito es esa diversidad.
Muchas gracias, Mer.
Abrazo
Qué bonito e interesante lo haces todo, querida Mer.
Yo me quedo con la frase en negrita que dices:» Una historia es respirarla en vez de pensarla» Si. Eso es así.Lo difícil es hacerlo : Respirare antes de pensar.
Te doy las gracias por todo lo que nos das.
Un abrazo enorme y todo mi cariño.