Autor invitado: Roge Gómez Sánchez
Siempre que llega la fiesta de final de curso de Escribir y Meditar recuerdo lo mismo: a aquel inocente primerizo que fui y que confiaba —que daba por hecho— que mantenerse en silencio ese día, guardaba un significado. Que toda la amistad, el agradecimiento, el cariño, estaban allí presentes, y que decir cualquier cosa lo emborronaría, lo empañaría. Lo estropearía. Mi mente funcionaba más o menos así: aquí se van a decir muchas cosas, pero yo estoy muy tranquilo, Isa, porque tú y yo sabemos la verdad…
Si a eso le añadimos el pánico escénico, ni me planteaba la más mínima intervención. Pero mi sospecha fue aumentando al cabo del tiempo cuando ella después me decía:
—No has dicho nada (primer año).
—Qué poco has dicho (segundo año).
—Pensé que ibas a decir algo más (tercer año)…
Con lo cual, poco a poco, fui captando el mensaje. ¿Habría funcionado sin decírmelo? Lo dudo. La verdad, no lo sé. Isa y yo nos conocíamos desde hacía muchos años. Habíamos pasado un montón de retiros juntos —algunos en silencio— y en la mayoría de ellos, cuando el personal empezaba a hablar, nuestra Maestra acababa admitiendo que vale, que como quisiéramos, que nosotros nos lo perdíamos. Y era cierto, era una pérdida. No hay muchas ocasiones en la vida para compartir algo tan grande como el silencio. Pero entonces llegaba un momento en el que Isa decía:
—Hay que preparar la fiesta.
Así que, al final del retiro acabábamos disfrazados, bailando y cantando, en una ofrenda llena de color en la que ella siempre (siempre) leía algo. Allí estaba su mensaje cifrado: esto es lo que yo hago. Ese ha sido su camino y su ejemplo: Escribir y Meditar.
Y es de suponer que, después de tantos años de tanto trabajo, fuera canalizando descubrimientos hasta llegar a la práctica de la escritura automática tras la meditación. Esa es su expresión del silencio. Tal es la importancia. Y esa es la paradoja para los que hemos elegido ambos caminos, el de la escritura y el de la meditación. Porque si no, volveríamos constantemente a la tentación de abandonar uno en detrimento del otro. Ocasiones no nos van a faltar. Y argumentos tampoco. Desde los más tópicos, que se diluyen hasta en las canciones: si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, etc. (aunque eso mismo se haya tenido que decir —al menos una vez— para que pudiera ser comunicado); hasta los de signo contrario:
—Ah, sí el silencio, claro. Por supuesto; pues como te iba diciendo…
La experiencia de éxtasis que supone estar callado compartiendo con alguien un espacio tan pequeño… Share on X
En fin, algo tan manido como una conversación de ascensor. Y quién sabe si por eso, muchos nos estemos perdiendo —cada vez— la experiencia de éxtasis que supone estar callado compartiendo con alguien un espacio tan pequeño…
Apología se puede hacer de los dos caminos, pero sería algo así como sacar del mar el iceberg de Hemingway y ver cómo se deshiela ante nuestros ojos. Evidentemente que soy consciente de la trampa que supone de partida hablar del silencio, pero a pesar de eso, he querido decir algo más. No todo lo que podría o me gustaría, pero sí al menos un poco más que en aquellas fiestas de fin de curso en las que me quedé tan corto. Incluso asumiendo el peligro que supone abusar de la palabra que, como todo el mundo sabe, es sagrada. Y de que a su utilización en vano, ya le puso el gran Fritz Perls tres categorías: chicken shit, bullshit, y elephant shit. Aun así sigo intentándolo hasta el final con la esperanza de encontrar algo digno que decir. Esa esperanza me hace recordar a unos amigos valencianos con los que de vez en cuando hacemos una paella. Hemos encontrado un truco para evitarnos hablar siempre de los mismos temas: en cuanto empezamos a cocinar decimos eso de que la paella original estaba hecha con rata de albufera, así no solo nos ahorramos todas las conversaciones sobre el socarrat, el arroz con cosas, y todo lo demás, sino que podemos por un momento contemplar la gloria del color del azafrán, oler las diferentes tonalidades que va adquiriendo el sofrito, o escuchar a los perros, a los gallos, o a los niños a lo lejos. Qué se yo: la vida en compañía de alguien querido…
Del mismo modo que Vida ha sido compartir durante estos cinco años la aspiración de escribir juntos cada historia, cada frase, cada palabra germinada desde el silencio.
14 comentarios en «[Textos invitados] La escritura del silencio – De Roge Gómez Sánchez»
Me encanta. Y yo que soy taaaan habladora, aunque cada vez menos, lo intentaré llevar a la práctica.
Gracias
Gracias a ti, Laura. Un abrazo de silencio
Delicioso, Roge. Muchas gracias. Yo también he disfrutado mucho de los escritos de Isa en la “fiesta fin de curso” de los retiros y ahora lo acabo de hacer con el tuyo. Por cierto, E.Tolle tiene un libro: “El silencio habla”. ??
Muchísimas gracias, Montse. Y sí: «El silencio habla», de Tolle (imprescindible). Hay muchos más. No sé si conoces: «Tacet», de Giovanni Pozzi…
Cuídate mucho. Un beso grande!
Muy interesante tu texto.
Muchas gracias por tu valiosa aportación.
Abrazo.
Muchas gracias a ti, Marta. Un abrazo muy grande
Gracias Roge….
Practico el silencio en mi vida cotidiana, yo creo que mas por necesidad que por convicción. Y al estar en silencio observo la gran necesidad que tenemos los humanos por ser reconocidos, más por lo que decimos que por lo que callamos. Un abrazo
Gracias a ti, Begoña. Estoy de acuerdo contigo. Vivimos momentos en los que el silencio se encuentra absolutamente relegado a reductos mínimos. Pero también creo que su potencia es la misma que la del encuentro tras momentos de soledad. De ahí la fuerza que puede llegar a alcanzar la palabra. Un abrazo enorme
El equilibrio entre lo que si no se dice es silenciado, y lo que sobra y rompe algo hermoso. Roge, que difícil tener la suficiente sensibilidad para saber cuándo decir y cuándo callar. Agradezco que hayas traído este asunto tan importante y de esta forma tan delicada. Es un aprendizaje vital, pero para los escritores y meditadores… pues ya lo cuentas tú en este texto maravilloso.
Un fuerte abrazo,
Mer
Querida Mer, el agradecido soy yo. Y en este caso por tus palabras (fíjate qué paradoja…)
Cuídate mucho. Seguimos en contacto. Un abrazo enorme
Roge
Hola, Roge, poco que añadir a tus palabras, mejor el silencio que es donde se producen las transformaciones del alma.
Comenta Isa que has acabado tu novela, estaré pendiente para comprarla en cuanto salga. Estoy deseando leerla. Un beso grande.
Hola Marusela. Muchísimas gracias. Te mantendré informada, por supuesto. Espero que estés bien, y que tu alma se siga llenando de silencio y de palabras hermosas. Un beso muy grande
Roge
Sin palabras 🙂
Todas las bonitas para ti, Noe