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7 consejos para superar el bloqueo del escritor ante la hoja en blanco

7 consejos para superar el bloqueo del escritor ante la hoja en blanco

Cuando nos bloqueamos ante la hoja en blanco no tiene tanto que ver (como nos podríamos imaginar) con la falta inspiración como con un estado mental y físico de tremenda tensión en el que choca el deseo o la necesidad de escribir con la incapacidad y el rechazo a hacerlo.

A veces, cuando pienso en ponerme a escribir, siento ganas de vomitar. Las náuseas no se me pasan porque me ponga delante del papel y escriba unas frases, sino que aumentan. Escribir se convierte en una pesadilla, en algo que debo hacer, pero contra lo que todo mi ser se rebela.

Los síntomas se parecen mucho a cuando tenemos miedo, ¿no? Miedo a que no nos quieran, miedo a que nos recriminen, miedo a que no nos lean, a hacer algo fuera de lugar o a llenar la hoja de lugares comunes, miedo a la imperfección… Miedos viscerales que no nos permiten dar lo mejor de nosotros mismos y contra los que nuestra razón se rebela.

Pero lo que realmente genera el bloqueo no es el miedo, sino nuestra lucha encarnizada contra él. La razón nos dice que tenemos que escribir, que eso nos va bien y es necesario para nosotros; el cuerpo y el corazón nos dicen que no, que da mucho miedo escribir. En este estado de tensión y lucha interna, se hace muy complicado que la creatividad se abra camino, y esta imposibilidad no hace sino aumentar el miedo y la lucha. Este círculo vicioso es lo que solemos llamar «bloqueo ante la hoja en blanco».

Si lo miramos a la luz del sentido común (más unificador) ambas partes en contienda saben lo que hacen. Es cierto que al escribir (al actuar, al existir) corremos el riesgo de que nos recriminen o nos envidien, de meter la pata y de no ser perfectos, de adentrarnos en terrenos pantanosos, de sentir el peso de la edad y ver acercarse la muerte con cada golpe de teclado. Y no es una mera hipótesis: seguro que nos pasa todo eso y mucho más si perseveramos en la escritura.

Pero también es verdad que, a pesar de eso, o precisamente por eso, escribir forma parte de nuestra vida, nos hace personas, nos saca de un automatismo enfermizo.

Superar el bloqueo consiste, pues, en admitir nuestros miedos, rendirnos a ellos y abandonar las armas. Share on X

Superar el bloqueo consiste, pues, en admitir nuestros miedos, rendirnos a ellos y abandonar las armas. Están ahí, sí, pero no para herirnos sino como parte consustancial del territorio a explorar. Sin miedo no habría escritura, solo evasión. Sentir su aliento en el cogote es el síntoma más claro de que estamos vivos y de que tenemos el coraje de seguir estándolo.

Todo esto se resume, para mí, en una frase que leí a Eloy Tizón: «Sé que mientras estoy escribiendo no puedo morir». En la misma escritura de esta frase se consigna la fusión del cuerpo, el corazón y la mente de un escritor. Ahí está el miedo. Y ahí está —sin divisiones, pura trascendencia— la superación del miedo. Del bloqueo.

A continuación, te voy a dar algunos consejos prácticos que puedes aplicar cuando sientes el bloqueo ante la hoja en blanco:

1. No te escapes

La incomodidad y el bloqueo es la fase previa a cualquier actividad creativa. La diferencia entre las personas que tienen práctica y las que no es que las primeras ya se lo saben y no le dan importancia, mientras que las segundas se dejan ganar el pulso rápidamente, tirando la toalla y desviando su atención hacia otra actividad que les genere más placer o, al menos, no tanta incomodidad.

Si tienes en cuenta que no es más que una fase, y te mantienes en contacto con lo que sientes (por más incómodo que sea) sin huir y con una voluntad firme, esa incomodidad se irá transformando. Es decir, se trata de aplicar una actitud de no lucha ante la lucha, y esa forma expansiva de comportarnos alivia rápidamente la tensión y se va abriendo el espacio suficiente para que podamos lanzarnos a escribir. A partir de ahí, podremos permitir que la escritura misma tome posesión de nosotros y el poder de la creatividad se manifieste.

2. Ponte un tiempo

A veces el bloqueo tiene que ver con un miedo irracional a caer en zonas oscuras y desconocidas de ti mismo de las que temes no poder salir. Así que si te pones un tiempo limitado para escribir (15, 20 o 30 minutos) es como decirle a tu parte asustada: «No te preocupes, podemos explorar sin miedo en ese territorio desconocido, porque dentro de 30 minutos todo acabará, no será para siempre». Parece una tontería, pero es un método muy eficaz, se trata de irte llevando poco a poco de la mano, sin forzarte a entrar en lugares donde no estés preparado para entrar.

La hoja en blanco no es una cárcel sino tu cuarto de juegos, donde eres libre de hacer todas las tonterías del mundo, porque para eso está. Share on X

3. Escribe sobre cualquier cosa

A lo mejor al ponerte delante del papel tienes una idea sobre lo que quieres escribir (de hecho, es mejor que tengas alguna idea previa), pero cuando te pones a hacerlo no te sale, no encuentras la forma de afrontar esa temática. Entonces, yo te sugiero que te pongas a escribir un poco a lo tonto, sobre cualquier cosa. No estás todavía escribiendo el texto que tú querías, sino que es como un ejercicio previo, como cuando los jugadores de fútbol entrenan media hora antes de que empiece el partido. Entonces, te pones a escribir sin más y, en algún momento, poco a poco, vas dirigiendo tu escritura hacia la temática que querías tratar, pero como quien no quiere la cosa. El caso es no hacer un parón para ya ponerte a escribir en serio, sino continuar con el ejercicio previo hasta que la propia escritura te enganche, capte tu atención y te veas inmerso casi sin darte cuenta en algo que te interesa, aunque no sea exactamente lo que tenías en mente al principio (eso es lo de menos).

4. Tómatelo como un juego

Te voy a contar un secreto: escribir es jugar. Cualquier actividad creativa es jugar. Cuanto más «adulto» y «serio» te pongas, más posibilidades tienes de bloquearte, de congelarte. La hoja en blanco no es una cárcel sino tu cuarto de juegos, donde eres libre de hacer todas las tonterías del mundo, porque para eso está. Nadie te va a juzgar dentro de ese cuarto, nadie te va a castigar, nadie te va a exigir. Está lleno de bolas de colores que son palabras que puedes juntar de la manera que te apetezca para que dibujen paisajes que van más allá de su significado literal. Déjate jugar, no te pongas tan serio, por favor, déjate vivir en ese terreno de juegos que es como una película, en que el miedo, las sonrisas, las lágrimas, los acantilados, las calles estrechas y cualquier otra cosa que aparezca en tu imaginación son aventuras entretenidas de las que saldrás bien parado.

5. Manda al crítico a dar un paseo

Tu crítico interno es un plasta. Nada más que te pongas ante el papel te empezará a decir que no eres capaz, que te va a salir fatal, que todo el mundo se reirá de ti… y más aún cuando empieces a escribir las primeras palabras y los primeros párrafos. «Pues vaya mierda de frase», «Un niño de tres años lo haría mejor», «¿Pero a dónde vas con estas idioteces que estás diciendo?». Estas son solo algunas de las lindezas que me dice a mí mi crítica interna. Y no sirve de mucho enfadarse con él, porque siempre te va a ganar a eso, es experto en enfadarse e insultarte. Así que yo lo que te recomiendo es que dialogues con tu crítico y le convenzas, de buenas maneras, de que te deje un ratito en paz, solo un ratito. Dile que luego, cuando hayas acabado el primer borrador de tu texto, podrá venir a ayudarte en la fase de revisión, y entonces escucharás todo lo que tenga que decirte. Pero que ahora necesitas un poco de paz para que puedan aflorar las palabras. Incluso, si quieres, puedes escribir este diálogo que mantengas con él, poniéndote en el lugar de las dos partes en lucha, para que lleguen a un acuerdo en que ambas se queden conformes.

6. Abandona toda expectativa

Nuestra mente es muy fantasiosa y, a veces, perfeccionista: se pone grandes metas imposibles de alcanzar. Muchas veces tenemos unas expectativas tan altas con respecto a lo que vamos a escribir, que esas mismas expectativas nos aplastan antes de empezar. Yo recomiendo a los participantes en mis acompañamientos que se pongan el listón al nivel del suelo. Cualquier cosa que escriban que supere el suelo (es decir, que sea mayor que cero) será un éxito. Porque el verdadero éxito (sobre todo en la primera fase del aprendizaje) es escribir un texto, sea como sea. No se trata de hacerlo bien, se trata de escribir, de practicar, de entrenarse. La repetición, como en la práctica de cualquier oficio, es esencial. No tener grandes expectativas es, justo, lo que nos acerca al éxito, porque nos da la libertad que necesitamos para crear conectados con el presente, y no con un futuro hipotético. Si estamos pensando en los resultados, no estamos en contacto con la experiencia de la escritura misma momento a momento, y es ahí, en el prsente, donde se está fraguando lo que verdaderamente importa.

7. Busca una situación, un personaje y/o una voz

Si al ponerte frente al papel en blanco no sabes sobre lo que vas a escribir, yo te recomiendo que busques primero una situación, un personaje y/o una voz. Cualquiera de estas tres cosas te puede servir como punto de arranque para ponerte a escribir, y cualquiera de ellas te puede llevar fácilmente a las otras dos. Cuando tengas las tres juntas es muy fácil que te salga el arranque de una historia. Si no tienes ninguna de las tres, yo te recomiendo que te sientes un ratito a meditar, que conectes con tu sentir y, al final de la meditación dejes que aflore alguna imagen a tu mente. A poco que la dejemos libre, la mente genera imágenes, y las imágenes, por su poder simbólico, nos pueden llevar a una situación concreta que nos sirva para arrancar a escribir.

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Espero que estos consejos te valgan para superar tu bloqueo frente al papel en blanco.

Si quisieras aprender y poner en práctica algunas técnicas más sobre cómo hacer frente al bloqueo del escritor, échale un vistazo a mi programa Escribir desde el Corazón.

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