La explosión de sentido
A efectos de sentido, el clímax de un relato es la razón de ser de todo lo demás. Es el momento hacia el que toda la narración (cada una de sus frases, de sus personajes, de sus líneas de diálogo…) se dirige. Y también es el momento en que todos los indicios y los pequeños cambios que se han ido dando en el avance de la trama se revelan en una explosión de sentido.
Cuando digo explosión no me refiero a que los personajes hayan de salir volando por los aires, besarse apasionadamente o tener una reacción dramática. Me refiero a ese punto de inflexión (por lo general es un momento de toma de conciencia) que marca un antes y un después en la vida del personaje. Externamente el protagonista puede permanecer hierático (aunque generalmente se genera algún tipo de reacción, por mínima que sea), pero no hay marcha atrás.
El momento del clímax ha de ser fabricado con eficacia, es un episodio importante en el cambio del personaje
Fabricar con eficacia este episodio es importante, porque marca el cambio del personaje. Si queda elidido o contenido o se pasa por encima de él demasiado rápido… el relato parece no justificarse a sí mismo. La impresión del lector puede ser la de que el autor habría de haber enfocado su atención hacia otro momento, ese en el que SÍ sucedió algo que marcó la vida del protagonista.
Evitar la catarsis emocional
Y cuidado: nuestra tendencia como autores es justamente esquivar el clímax, ya que no es inocuo, produce una pequeña catarsis emocional —una toma de conciencia— no solo en el personaje sino en quien escribe, y eso da un poco de susto.
No se trata de crear nada burdo, ni de contener los hechos o a los personajes, esa es una de las finas líneas de la narrativa
Tenemos aquí una de esas finas líneas de la narrativa: no se trata de provocar un cambio burdo y fuera de lugar, pero tampoco de contener los hechos y a nuestros personajes.
Un buen chivato que suele delatar la debilidad de un clímax es un desenlace forzado o reiterativo, como si no diéramos a nuestros personajes la oportunidad de que haya un antes y un después, como si los dejásemos en un momento anterior, de modo que pueden volver a sus vidas como si nada hubiese pasado, lo que el lector no les perdonaría jamás.