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La escritura y el tiempo

El tiempo y la escritura, elementos estructurales de tu narrativa

Autora: Mercedes Adán

Hoy quiero hablar del tiempo. Quiero reivindicar el pararse a sentir el tiempo, porque me parece muy importante para elegir un estilo de vida y no dejarte llevar como si vivieras dentro de la corriente de un río sin poder hacer nada. Tener noción de cómo vives en el tiempo, te ayudará a buscar la sensación temporal que quieres transmitir en tu escritura. Vida y escritura, como siempre, para mí se aprenden a la vez.

El tiempo, eso de consistencia escurridiza e inaprensible. (...) es de no se sabe bien qué. Share on X

En realidad, lo que a mí me gustaría es poder tocar eso tan esquivo que es el tiempo, que no sé muy bien lo qué es.  Eso de consistencia escurridiza e inaprensible, y que se presenta a la perfección dentro de un reloj de arena con instantes, los minutos y los segundos, que se escurren entre los dedos sin remedio y sin que exista ningún método para frenar ese derramamiento, que no es solo de granos de arena, es de no se sabe bien qué. Porque el tiempo no tiene gusto, ni olor, ni sabor, ni color… ¿O sí?

Así que no me refiero a este tiempo primaveral que me tiene loca porque no sé si salir de casa con chanclas o con chubasquero. Ni a ese que pasa tan rápido que hace que la vida a veces parezca solo un paseo. Ni a ese que de golpe, cuando le miro a los ojos, me hace sentir mayor y con más vida por detrás que por delante. No. No es a ese tiempo al que me refiero.

Quiero hablar del tiempo que marca el ritmo de cada instante, del tiempo de las palmadas del compás, la palmada de salida que suena cuando te despiertas y esa otra que cierra el día cuando te acuestas. Eso que te hace ir a un tempo determinado. No sueles elegir, porque al final surge el que es necesario para llegar a todo. Si esta vida es un baile, este ritmo sería el compás. Si me lee algún músico que me corrija, pero espero que se entienda lo que quiero decir.

Mi experiencia es la de alguien que nunca llega a todo lo que tiene que hacer y no consigue jamás dejar la agenda vacía, que es lo que desearía con fervor (algo que no debe ser necesario ni posible). He llevado un ritmo que la mayor parte del tiempo me ahogaba. Para mí sería bárbaro llegar a ese punto en el que puedo decir algo así como «Por fin, ya está todo hecho», como si acabara una canción diciendo «chimpún» o «se acabó». Entonces, creo que empezaría a vivir como si me dieran unas palmas tranquilitas, al ritmo de los pasos de un paseo.

A veces miro pasar las nubes y me parece la forma más acertada de medir el tiempo. Ayer había unas nubes como piedras del río, se podían saltar de una a la otra porque casi no se movían. Hoy hay nubes rápidas y grises, de pronto caen gotas gordas y lustrosas de agua, y al rato sale el sol y seca rápidamente la hierba, y las nubes pasan y llegan como si fueran manadas de animalillos del cielo.

«Recuerda siempre las coordenadas de espacio, tiempo y acción», repite Isa un curso tras otro. Tengo la sensación de que la vida es solo un relato Share on X

Junio es uno de mis meses preferidos. Lleno de luz, de verano, de poca ropa, de calle. Es la noche de San Juan. También se acaban los cursos y sale el libro que recoge un relato de cada alumno de los talleres de Isa Cañelles. Y hacemos una fiesta en Madrid y nos encontramos personalmente con los que vemos por zoom de aquí y allá. Puede que vengan Ester y Sole de Barcelona, y Paloma y Heike de Canarias, Inés desde Valladolid y Garbiñe desde Vitoria… y muchos más. Un año más y un curso más.

Por primera vez, yo voy desde Palencia. Y siento que el espacio es un poco como el tiempo, relativo, escurridizo y crucial. «Recuerda siempre las coordenadas de espacio, tiempo y acción», repite Isa un curso tras otro. Tengo la sensación de que la vida es solo un relato. Han pasado cursos y cursos, y de pronto el espacio, el tiempo y la acción tienen una dimensión diferente.

Ahora escribo desde esta ciudad pequeña con una ventana grande que me permite ver el ir y el venir lento y apacible, de la gente, los coches, los perros… Escribo sobre el tiempo y sobre despedir algo que termina, para encontrarme con algo que empezará de nuevo. Como si el tiempo se pudiera estirar y no tuviera fin. Pero lo tiene.

Recuerdo que hace un tiempo me daba miedo que se acabaran los temas, que se acabaran los cursos, que se acabara la Comunidad de Escribir y Meditar. Ahora no tengo ese miedo. Confío en que surge un curso tras otro y sé que escribir va a ser atemporal, que somos una panda de escritores que cosen la vida con relatos e intentan entender este loco mundo con palabras e historias.

Y volviendo al tiempo, me preocupa llevar un ritmo que no me permita vivir y disfrutar como yo quiero, de la vida y de la escritura, de sus satisfacciones y descubrimientos. Vivir con unas palmas rápidas de fondo que me hagan correr de aquí para allá, sin enterarme de lo que me pasa. Todo va muy rápido. La escritura me enseña ese ritmo que me permite vivir y me permite ajustar el compás. No quiero aplausos, sino palmas para ajustar el tiempo a mi medida. Como si fueran un metrónomo que yo puedo modular más lento o más rápido. En escritura, con el tiempo circular puedes volver sobre lo mismo, la elipsis te permite dar saltos y el tiempo inmóvil es parar el mundo y regodearte en los detalles que desees contemplar: la luz o las venas del dorso de una mano. El tiempo se queda registrado en el cuerpo.

Me dejo llevar por el compás y voy aprendiendo la cadencia del ritmo de mi vida, igual que cuando escribo, me dejo llevar por el ritmo de cada escena Share on X

Ahora me quedo en el tiempo imaginario, que tiene un nombre precioso, «la eternidad plástica», y saboreo la fiesta que llega para la presentación de nuestro último libro, ConverGentes (¡qué precioso título). Hay un tiempo para cada cosa. Hay uno de espera que hace crecer la ilusión y las ganas, y también me prepara para llegar allí consciente de que ese momento es único. Aunque se repita cada año, cada vez tiene una calidez y un color diferente, y una gente especial.

Así quiero sentir el tiempo, como en la escritura. No quiero correr para que llegue ese día, porque sé que pasará rápido. Cada palma que escucho en mi cabeza cuando pienso que se acerca, es la de un martinete lento. Y me dejo llevar por el compás y voy aprendiendo la cadencia del ritmo de mi vida, igual que cuando escribo me dejo llevar por el ritmo de cada escena y la paro o la acelero, para que vaya más deprisa o más despacio, según lo que ocurra. No te dejes llevar por la corriente del tiempo. Entra en él, aprende a sentirlo y a marcar tu propio compás. Verás cómo mejora tu vida. Todo eso y más te enseña la escritura.

19 comentarios en «La escritura y el tiempo»

  1. Qué precioso Mer. Yo también busco ese ritmo cadencioso, pausado, que me permita sorber la vida de a poquito, sin que me pase por encima.
    De momento la arena que cae nos acerca al viernes y al encuentro. Qué gusto! Dejemos que siga su ritmo.
    Un abrazo virtual hasta el otro real.
    Inés

    Responder
  2. Querida Mer, me gustaría encontrar las palabras precisas para describir el deleite de leerte, pero esto es solo una reseña y me falta”espacio”y “tiempo “.
    Siempre un placer sumergirme entre las palabras que tu ordenas.Gracias.
    Maite Corroto

    Responder
    • Maite, me encanta como lo cuentas, la verdad es que los que escribimos no hacemos más que eso: ordenar palabras, pero no es nada fácil ¿verdad? Aunque es muy satisfactorio.
      Un fuerte abrazo,
      Mer

      Responder
    • Sí, estamos en un mundo con unos valores un poco extraños y nos dejamos contagiar, el acumular dinero tiene mucho valor y el perder el tiempo, poco. Pero en realidad lo que no tiene precio es tan valioso, que habrá que pararse un poco a repensar las prioridades. Gracias, Marian.

      Responder
  3. Mer, me encanta lo que describes y he de decir que en tu curso Escritura y vida he podido sentir esto que expresas. Cada martes reunidos comentándonos y cada momento que dedicaba a leer tus temas y ponerme a escribir era quizá como ser dueña de mi tiempo. Ha sido un gustazo. Gracias.

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  4. Muy interesante Mer!
    Me ha gustado mucho como has explicado la forma de no meterte en la corriente del tiempo para aprender a sentirlo y marcar nuestro propio compás.
    Lo pondré en práctica! Gracias

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    • Qué bien, Teresa. Ojalá encuentres el tuyo. Yo me pierdo mucho, como cuando bailaba flamenco, pero si estamos en ello, cada vez sale mejor 😉 Gracias a ti.

      Responder

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