(Al final de la página tienes el vídeo de la presentación)
Converger: del latín convergere, «unirse dos líneas en el mismo punto».
Gente: del latín gens, gentis, «tribu o familia».
Así que digo yo que ConverGentes alude a la tribu que se reúne alrededor del mismo fuego, lo que me encaja muy bien con el espíritu de Escribir y Meditar.
Para quien no conozca lo que se cuece en esta tribu, en esta familia y en este libro, lo que voy a decir igual le suena un poco raro. Estamos en un mundo peligrosamente estructurado y, aunque creamos que tenemos libre albedrío, lo cierto es que nos movemos sobre todo por automatismos, por resortes internos que saltan obedeciendo a descargas externas. Cuando nacemos, nos mueve la necesidad de amor y apego (en primer lugar), y luego la necesidad de pertenencia, de encajar en este mundo de estructuras rígidas y, por lo general, incoherentes. Pero también nacemos con una esencia que nos une a aquello mucho más grande que nosotros de donde venimos y que, de alguna forma, está ahí para guiarnos en nuestro viaje vital.
Hay viajeros que pierden muy pronto el contacto con su esencia y, por tanto, el rumbo, quedándose enganchados —como si fuesen las escalas de un crucero— a las estructuras del mundo (llámense partidos políticos, matrimonio, hipotecas, trabajo fijo, lealtades familiares, entretenimiento, éxito empresarial, comercialización del arte, dogmas religiosos, consumo de objetos materiales…).
Por eso este no es un libro «normal». Ninguno de sus relatos está escrito siguiendo las estructuras del mundo sino para dinamitarlas. Share on X
Y hay otros viajeros a los que todo eso no acaba de llenarles, lo que es un síntoma de que su esencia (aquello que en realidad son) les está mandando señales para que se despeguen de los sucedáneos y continúen su camino. En el caso de algunos de ellos, a ese faro original nunca se lo llegó a tragar la bruma. Así que por más sufrimiento y penurias que pasaran, por más confusos que se sintieran, siempre acababan en pos de esa lucecita temblorosa que se vislumbraba tras los enormes bancos de niebla normalizada, y ahora solo tienen que aprender a valorar esa guía como la única posible y verdadera. Otros viajeros se las tuvieron que ver con una enorme tormenta, o incluso sufrir un naufragio vital, que les hizo entender que tenían que arreglar su brújula y cambiar el itinerario. En cualquier caso, hayan estado desde el principio en la ruta de la luz o se hayan incorporado a base de hostias, son estos peregrinos y peregrinas los que han recalado en esta tribu, en este fuego, en este libro.
Por eso este no es un libro «normal». Ninguno de sus relatos está escrito siguiendo las estructuras del mundo (para meterse otro chute de autoengaño narcotizante) sino para dinamitarlas. Hay un momento en la vida en que hemos de elegir entre el apego (ser queridos y aceptados cueste lo que cueste) y la autenticidad (ser quienes somos, aunque nos cueste el alejamiento de algunas personas que nos chupaban la sangre). No es una elección fácil, porque en este sistema enfermo nuestra vida suele estar dirigida por nuestro desamparado niño interno. Pero aquí lo tenemos claro: elegimos la vía difícil, elegimos la autenticidad, elegimos aprender a nutrir y atender a nuestro niño interno en vez de buscar fuera la comida emocional. Para poder hacerlo, nos valemos de la escritura, nos valemos del cultivo de la atención, nos valemos de la exploración interior. Y nos valemos, sobre todo, de la generación de vínculos sanos entre los habitantes de la tribu, para que en lugar de dependencia se genere libertad y respeto.
En todos los relatos de este libro se habla, en el fondo, de eso. Todos los habitan personajes que se buscan a sí mismos con esmero. Algunos se tienen que subir a una acacia para hacerlo. A otros les toca sobreponerse a un maltrato en medio de una carretera desierta. O arriesgarse a salir del mar e internarse en la selva. En algunos casos hay que atravesar la muerte de un hijo, o la de una esposa, o la amnesia a corto plazo de tu marido. Hay noches de insomnio creativo y huracanado, incendios en los que no queda más remedio que tomar decisiones difíciles en un instante y guerras horribles donde —sin embargo— una familia aprovecha para mantenerse unida. Las pelusas te pueden comer, pero también pueden ser tus maestras, todo depende de cómo las mires. Y lo mismo pasa con Tourette: puede ser tu peor enemigo o sacarte las castañas del fuego en una discoteca, tú eliges. Un profesor de universidad se lía —ante el estricto y estupefacto rector— a poner matrículas de honor a todos sus alumnos. Y una madre desconectada de sus emociones no sabe muy bien qué hacer con su bebé recién nacida. Un domingo por la mañana te puedes despertar con muchos planes, pero tu mente es capaz de cargárselos uno detrás de otro, como si matara marcianitos. ¿Y qué me dices de lo que nos muestran los sueños? Sor Teresa y Mariví logran —en ardua batalla— desalentar a Olatz para que la soñante se libre, por fin, de su propia tiranía. Una madre y una hija no se ponen de acuerdo sobre la ropa que ella llevará a una boda, pero luego caminan por la orilla del río y los cisnes consiguen reconciliarlas. También hay por ahí un cáncer grande y redondo como un balón de fútbol que se ha tragado el portero del Betis. Y un simple maestro de escuela consigue, con su ingenio, salvar de la miseria a todo un pueblo desahuciado por los despropósitos de un conde en 1902. La pequeña Eloia va sentada en una mula, pero a ella le parece estar subida a una nube, lo que la salva del miedo y le aporta un singular destino. Y unos zapatos de tacón pueden cambiar la vida de una persona, a los cinco años y a los cincuenta y cinco. ¿Sabías que en Suiza existe una empresa llamada EXIT en la que te facilitan la tarea de abandonar este mundo, que las ginetas también padecen traumas y que un viejo reloj heredado puede parar el tiempo? Una gastroscopia-colonoscopia es una buena ocasión para dar rienda suelta al flujo de conciencia, y los binomios fantásticos (caballito de mar y canicas de colores; burbuja y lazo verde; lagartija y jirafa) son una bella forma de dejar que tu inconsciente lleve las riendas de tu sanación. Pero de lo que no cabe ninguna duda es de que las mejores bodas son las de los demás; y es en una de esas donde Paula encuentra nada menos que el despertar.
Toda esta tribu de personas y personajes hemos venido a converger un año más alrededor del fuego para ordeñar las infatigables ubres de la imaginación y del inconsciente colectivo. Esto no es un taller literario. Es un taller de vida. Quien se arrima al fuego, llega siguiendo su faro interno, la llamada de su esencia. Y si tiene la valentía de abrirse a lo desconocido, la recompensa no se hará esperar. En tus manos tienes un vasito de esa leche esencial que hemos ordeñado los ConverGentes con mucho amor.
Esperamos que la saborees y te llene de luz.
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Aquí puedes ver la grabación de la presentación:
8 comentarios en «Prólogo de ‘ConverGentes’: Las ubres de la imaginación»
Es un honor y un orgullo pertenecer a esta tribu, y aunar nuestros esfuerzos para que ese automatismo no nos engulla, oponer resistencia que al final constituye nuestra esencia como seres de luz que somos.
Gracias a Isa y a Mer por su claro y cariñoso liderazgo para ayudarnos a sacar lo mejor de nuestra alma.
Gracias gracias gracias
Maite Corroto
Gracias, Maite ❤️
Qué honor leerte, saber que estás ahí, que existe esa tribu a la que intuyo pertenecer.
Me hacéis respirar aires de libertad, y mi alma se nutre con vuestros escritos.
Gracias, gracias, gracias 🙏
No puede estar presente, pero me he bebido el video hasta dejar el vaso vacío y, así, poder besarle el culo. Ja, ja, ja… yo también he disfrutado de la risa contagiosa, y me he emocionado. Un acto precioso, que nos une a todos los convergentes y a los que nadamos sobre las olas de un mismo mar. U abrazo a todas y a todos.
Jose María, es una maravilla poder pasar así de las lágrimas a la risa, y dejar que salga lo que tenga que salir. Estuvieron genial. Un abrazo.
Un prologo muy bien relatado, estoy orgullosa de pertenecer a esta tribu, con la que me encuentro como una mas, gracias por esa presentación, gracias por acompañarme en este curso tan intenso para mi y a la vez tan gratificante, encontrarme con esa niña, con esos demonios. Espero seguir indagando. me hubiera gustado estar ahí con vosotros, otro año será
gracias Isa y Mer.
Muy lindo encuentro. Me habría gustado asistir y compartir ese momento. Gracias por el envío. Un saludo afectuoso.
Muchas risas.
Muchas gracias a Isa y a Mer.