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Cómo incorporar la escritura a tu día a día

Incorporar la escritura a tu día a día, 6 consejos prácticos para no romper tu creatividad

Vivimos en un tiempo en que todo lo convertimos en tarea y lo compartimentamos: hacer ejercicio, trabajar, el ocio, comprar, hacer la comida, meditar, sacar al perro, hacer el amor… Pareciera que si no lo hacemos así, sería imposible introducir en nuestra agenda todo lo que nos exige esta sociedad y nuestra propia supervivencia.

El problema de la creatividad es que es incompatible con la vida tan rígida que llevamos en la actualidad. La creatividad surge precisamente del «no hacer», de dejar de forzar la máquina para permitir que funcione sola Share on X

El problema de esta estructura tan rígida en la que vivimos (o en la que sobrevivimos a duras penas) es que es casi incompatible con la creatividad y, por tanto, con la verdadera escritura, porque la creatividad surge precisamente del «no hacer», de dejar de forzar la máquina para permitir que funcione sola. Y es que la creatividad es justo la vida funcionando sola.

En este contexto, aunque tus intenciones sean buenísimas a la hora de querer incorporar la escritura a tu rutina diaria, lo más posible es que fracases. En cuanto la conviertes en tarea, en esfuerzo, en fuerza de voluntad, se te quitan las ganas y la inspiración, tu organismo empieza a ejercer una fuerte resistencia, te bloqueas y te sientes cada vez peor con la idea de sentarte a escribir. Por otra parte, cuanto menos practiques, más te costará ponerte, porque cada vez estarás más desconectado, desentrenado y perezoso.

Te digo todo esto por propia experiencia. Y te voy a contar también cuáles son las estrategias que a mí me han servido para seguir escribiendo y no meterme en la rueda del automatismo para el que nos ha entrenado este sistema enfermo. Una vez que consigas introducir la escritura en tu rutina diaria y sientas en tus propias carnes los beneficios, ya te será mucho más fácil sacar tiempo para escribir textos más largos y elaborados.

1. Escribe nada más despertarte

Desde hace unos años, tengo un cuaderno en mi mesilla de noche, y lo primero que hago al despertarme, cuando aún estoy en ese espacio entre el sueño y la vigilia, es escribir. A veces escribo dos frases, y a veces algo más largo (no suelo estar más de diez minutos escribiendo). Escribo sin pensar, en base a las sensaciones que me ha dejado el sueño, como dejándome escuchar el mensaje que se me ha querido transmitir a lo largo de los procesos inconscientes nocturnos. A veces me salen sueños o fragmentos de sueños; otras veces me salen frases extrañas (pero que suelen tener que ver con mis digestiones emocionales); otras veces veo claramente el enfoque que le tengo que dar a algo que el día anterior estaba confuso; otras veces solo salen sensaciones físicas o emociones sueltas…

En cualquier caso, yo escribo, sin ningún objetivo en concreto. En mi día a día ni siquiera le doy importancia a esas cosas que escribo, es como si me olvidara de ello nada más plasmarlo en el cuaderno. Sin embargo, con perspectiva, me doy cuenta de lo muchísimo que me aportan esos minutos que dedico cada mañana a escribir, porque eso me permite enfocar mi atención sobre aquello en lo que mi propia vida considera necesario incidir. Y, a lo tonto, muchas de las decisiones que tomo tienen finalmente que ver con ese enfoque. A la vez que se ha convertido en una simple rutina (como lavarme los dientes), todo sería muy diferente (y bastante peor) si no la tuviera incorporada.

Un maravilloso y placentero ejercicio de escritura es anotar esos flases que te vengan del pasado. Puedes acabar escribiendo largas evocaciones llenas de sabores, colores y matices Share on X

2. Usa la escritura para frenar y procesar

Llevamos un ritmo de vida que no nos permite procesar (o digerir) emocionalmente todo lo que nos ocurre. ¿Cuáles son los síntomas de que no estamos procesando bien nuestras vivencias?: desconexión, estrés, confusión, niebla mental, miedo, ansiedad, dudas, impaciencia, aceleración, cambios emocionales bruscos…

Todos estos síntomas te están avisando de que tienes que parar. Y una buena forma de parar es escribir. ¿Escribir sobre qué? Pues sobre las vivencias o situaciones que sientas que están detrás de esos síntomas. Por ejemplo, a lo mejor tienes que tomar una decisión sobre algún tema familiar que te estresa, o has tenido la semana pasada una discusión con tu pareja, o no sabes cómo ponerles límites a tus hijos, o en tu trabajo están tratando de endosarte más de lo que puedes soportar…

En vez de huir hacia delante y actuar de un modo reactivo ante todas esas cosas que se te hacen «bola», te propongo que pares y uses la escritura, no tanto para dar vueltas a esos asuntos, sino para narrar alguna situación que tenga que ver con ellos, como si le estuviese pasando a otra persona y tú lo estuvieses observando desde fuera.

Esto hará que, por un lado, pase el tiempo suficiente para que no reacciones de modo automático; por otro, que veas las cosas con una perspectiva diferente a la habitual, lo que te aportará claridad; y, por último, desatascarás las emociones atrapadas, permitiéndoles circular de nuevo.

3. Comunícate con los demás a través de la escritura

Mucha gente de mi generación se queja de que con la tecnología se ha perdido la comunicación auténtica, la de cuando escribíamos largas cartas a mano a nuestros seres queridos, que luego metíamos en un sobre, en el que pegábamos un sello y que echábamos al buzón.

Yo no creo que sea culpa de la tecnología, sino del estilo de vida acelerado y loco que se ha creado. Sin embargo, podemos usar la tecnología a nuestro favor para darle la vuelta a la situación. Si te gusta escribir, ahora dispones de muchísimas formas de comunicarte por escrito con los demás: el e-mail, el whatsapp, Telegram, las redes sociales…

Personalmente, me expreso mucho mejor por escrito que oralmente, y además es para mí el modo de conectar conmigo misma y mi verdad, así que muchas veces elijo la escritura para comunicarme. Pero no de un modo convencional o estandarizado, sino desde el corazón. Me tomo mi tiempo para escribir un whatsapp a una amiga, para redactar un e-mail a una persona a la que me interesa conocer más, para escribir un post de Instagram, para conectar con mis grupos… Uso el humor, metáforas, muestro mi ternura o mi vulnerabilidad, pregunto, me intereso por el otro, hablo de sus cualidades, expreso mis necesidades y mis emociones, etc.

En definitiva, lo que te propongo es que transformes al menos parte de la escritura mecánica que practicas en tu día a día en escritura de verdad, y que elijas conscientemente el modo de comunicarte con quienes te rodean, optando por la escritura cuando sea lo más conveniente. A lo mejor charlar con tu pareja sobre un tema delicado no es la mejor cosa que puedes hacer, porque sabes que acabaréis discutiendo, y sin embargo escribirle una carta te permitiría expresarle con claridad lo que quieres de una forma pausada y sin interrupciones. En ese caso, ¿por qué no hacerlo?

Vive cada día como si fuese material para una novela o un relato que estás escribiendo Share on X

4. Escribe flases del pasado

La memoria es un flujo vital importante en nuestro día a día. Muchas de las cosas que nos ocurren en nuestra vida, o determinados lugares por los que pasamos, o ciertas escenas que presenciamos, nos traen a la memoria sucesos del pasado, como flases que se entrecruzan y a veces hasta se mezclan con las vivencias del presente.

Un maravilloso y placentero ejercicio de escritura es anotar esos flases que te vengan del pasado. Si te pilla por la calle, puedes anotarlo en tu móvil de forma muy esquemática; si estás en casa o tienes más tiempo, puedes recrearte un poquito más. El caso es que te acostumbres a apuntarlos, y lo hagas de una forma plástica y concreta.

Cuando nos vienen recuerdos de golpe, suelen ser muy vívidos (como un fragmento de sueño), y traen de la mano a los sentidos (la vista, el tacto, el oído, el gusto, el olfato…) y a las emociones (tristeza, alegría, nostalgia, enfado, amor…), así que tus anotaciones han de reflejar ambas cosas.

Este ejercicio tiene un efecto multiplicador. Cuanto más lo practiques, más recuerdos te vendrán (unos llaman a otros), y también más te apetecerá recrearlos y ampliarlos. Puedes acabar escribiendo largas evocaciones llenas de sabores, colores y matices que, aunque en principio tengan que ver con el pasado, impregnarán tu presente de intensidad, comprensión y luz.

5. Observa tu día como si fueras a escribirlo

Vive cada día como si fuese material para una novela o un relato que estás escribiendo. Fíjate en los detalles visuales relevantes, mira los pequeños gestos de las personas que te rodean, percibe su energía emocional, atesora las acciones, escucha con atención las voces y la manera de expresarse de tus interlocutores, piensa que adjetivos encajarían para la textura de una piel, o qué metáfora usarías para dar brillo a una vivencia.

Luego ojalá escribas sobre esas cosas, porque lo cierto es que cada vida es una aventura cuando se la mira con los ojos del escritor (que son en realidad los ojos del alma y del sentido profundo). Pero incluso si no lo escribes, practicar esta mirada te invitará a ser creativo y a buscar el espacio para serlo cada vez más.

Aunque no lo he visto reflejado en ningún estudio científico, creo que se liberan muchas endorfinas realizando esta práctica. A mí por lo menos es algo que me genera muchísimo placer, y que aporta valía tanto a lo positivo como a lo negativo de mi vida. Es una mirada que practico todo el rato, pero que en épocas difíciles me es especialmente útil, por ejemplo cuando pasé hace unos años por un proceso de cáncer de mama.

6. Crea un blog

Este puede parecer un consejo para personas que tienen un nivel avanzado de escritura, pero no lo es, es un consejo para todo el mundo. Ahora mismo es muy fácil crearse un blog, y es una buena forma de comprometerte con tu creatividad. Tú decides luego a quién le das la dirección del blog (dependiendo de que el hecho de que te lean otros te motive o te bloquee), pero ya solo tenerlo puede ser un estímulo importante para escribir. Quizá puedes introducir un texto cortito cada semana o cada quince días. Y agendarte un par de horas semanales para escribir.

Yo creo que si no tuviese un blog apenas escribiría. Mi agenda está plagada de cosas entre semana, pero los fines de semana solo pone «Escribir para el blog». Y no lo considero trabajo, sino mi forma de elaborar la vida de una forma compartida, intentando que mis propias elaboraciones sirvan a los demás. Bueno, pues te sugiero que hagas lo mismo, y que no te preocupes si te parece que no sabes hacerlo. Puedes aprender por el camino.

____________________________

Podría seguir dándote estrategias, pero no quiero que las transformes en una montaña inabordable de obligaciones.

He intentado seleccionar aquellas prácticas que considero que el cerebro puede asimilar como placenteras. Puedes elegir una o dos de ellas para empezar, e ir incorporando otras a medida que tu creatividad se vaya despertando, como un león dormido en un zoo al que le abren la puerta de la jaula y que siente poco a poco la llamada de la selva.

Para complementar lo que te acabo de contar, te recomiendo que te leas también los siguientes posts: Adquirir rutinas saludables para escribir y meditar, Decálogo para escribir un diario vivencial, El diario personal como método de introspección y  La escritura no pensada,

Y si quieres experimentar todo esto en compañía y de un modo más pautado, te recomiendo que te apuntes al taller trimestral Escribir desde el Corazón, que además de motivarte, te dará una base técnica y vivencial para que la incorporación de la escritura en tu rutina diaria sea más fácil y eficaz.

2 comentarios en «Cómo incorporar la escritura a tu día a día»

  1. Muchas gracias por el artículo Isabel, ha sido muy interesante, personalmente me sucede mucho que la voracidad del día a día, obligaciones, trabajo, problemas, reuniones, actos, família, etc… actúan como excusa para no escribir y me siento mal porque una parte de mi necesita escribir y expresar lo que siente, es curioso que, luego de hacerlo me siento mucho mejor y aún así las excusas persisten jajaja.
    Intentaré seguir alguno de tus consejos.

    Responder
  2. Gracias Isa, es cierto lo que afirmas y son unas buenas sugerencias ademas de inspiradoras para iniciar el nuevo curso con ciertos cambios, que no por sutiles dejan de generar efectos importantes en nosotros.
    Gracias de nuevo.
    Un abrazo
    Maite Corroto

    Responder

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