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10 claves para no abandonar la meditación

El hábito hace que no abandones la meditación, establece tus rutinas con el gong

Adquirir el hábito de meditar

Cuando comienzas a meditar, la primera tarea no consiste tanto en seguir las pautas de la meditación como en adquirir el hábito de «sentarte» a meditar.

Muchísima gente, de hecho, se queda en esta fase previa. Incluso cuando al comienzo tengas mucha ilusión y la certeza de que meditar es una disciplina importante en tu vida, los patrones habituales son capaces de taponar aspectos tan importantes como es una buena higiene mental diaria.

Los patrones habituales son capaces de taponar una buena higiene mental diaria. Sentarse a «no hacer nada» no resulta en absoluto prioritario para nuestro ego.

Incluso cuando llevas años meditando, existen resistencias, relacionadas con la confusión y la ignorancia, que hacen que no le dediques a la práctica el tiempo que deberías. Estamos inmersos en nuestra propia película, que siempre incluye cantidades ingentes de cosas que resolver, objetivos que alcanzar, tareas que terminar, gente a la que ver, actividades a las que apuntarse… de modo que eso de sentarse a «no hacer nada» (así ve nuestro ego esta disciplina, y es que en el fondo la considera altamente amenazante) no resulta en absoluto prioritario.

Dale la vuelta a tu sistema de valores

Sin embargo, la meditación es justo la que va a dar la vuelta a tu sistema de valores, la que te llevará a ver más claro cómo salir de esa ratonera interminable en la que estás metido. Si sabes que es así, e incluso aunque solo lo intuyas, entonces tu responsabilidad —contigo y con los demás— es buscar una estrategia para adquirir el hábito de meditar.

Aquí te doy algunos consejos que a mí me han venido bien:

1. Construye unos buenos cimientos. No peques de ingenuidad. Por más que un día en concreto tengas la motivación adecuada, lo normal es que esto cambie rápido. Te sugiero que armes unos buenos cimientos para tu meditación. ¿Por qué la consideras importante? ¿Qué te aporta que no te pueden dar otras actividades? ¿Tienes la certeza de que merece la pena pararte a mirar lo que ocurre en tu mente durante quince minutos al día? Si la contestación a estas preguntas no la tienes clara o es dubitativa, dedícale un tiempo a reafirmarte en tu propósito, consulta con gente que te inspire confianza, lee libros, acude a cursos, etc. Cuando tengas la certeza de que meditar es bueno para ti, apóyate en dicha certeza cada vez que te surja el desánimo, la pereza o la desconfianza. Confía en tu parte sabia y saludable.

2. Apóyate en tu maestro/a. Si no tienes una persona que te guíe en tu meditación, yo te recomiendo que busques a alguien de fiar que, además, te inspire con su ejemplo en cuanto a perseverancia y dedicación. Acordarte de esa persona y aspirar a ser como ella te puede servir en los momentos de bajón. El/la maestro/a no solo está cuando lo/la ves, sino que también actúa en la distancia. Incluso cuando estás meditando, ante las dificultades de la práctica, puedes imaginarte que quien te guía medita por ti, y ese hecho, que parece muy simple pero en realidad es muy profundo, te ayudará.

3. Quédate con las ganas. No te impongas tiempos de meditación que te dejen saturado. Puedes comenzar con diez minutos diarios, algo que no te deje excusas para no ponerte (todo el mundo puede sacar diez minutos al día). Además, eso hará que se te haga corto y te quedes con las ganas para ponerte al día siguiente, y al otro, y al otro… Cuando ya adquieras el hábito, entonces puedes ir incrementando el tiempo poco a poco (primero a quince minutos, luego a veinte, y así), pero al comienzo es importante que evites cualquier cosa que te lleve a vivir la meditación como una carga o algo aburrido.

4. Móntate tu rincón de meditación. Busca un sitio de la casa agradable y tranquilo para que puedas sentarte a meditar. Si no lo hay, constrúyelo. Plantéatelo como un reto divertido. Ha de ser un lugar que te guste, al que te apetezca acercarte. Puedes montarte un pequeño altar, que no tiene por qué ser «tradicional», a no ser que te guste la liturgia. Puede ser una mesita donde pongas alguna foto de la o las persona/s que te inspiren en el ámbito de la meditación, objetos que tengan valor sentimental para ti, elementos simbólicos que tengan que ver con la apertura de la mente y del corazón, etc. También puedes poner velas e incienso, si es que te agradan. El cojín de meditación ha de estar ajustado a tu cuerpo, has de sentirte cómoda/o en él y comprobar que puedas mantener la espalda erguida. Por último, puedes poner una alfombra o cualquier cosa que te sirva de marco para este lugar, que lo delimite, que lo haga un refugio. En cualquier caso, ha de ser un sitio que te atraiga, que lo relaciones con la calma, el recogimiento y la amabilidad hacia tu persona.

5. Lee libros de espiritualidad. Si te gusta leer, consíguete algunos libros de cabecera que tengan que ver con la meditación. Dependiendo del tipo de meditación que practiques, te pueden atraer más unos que otros. En todo caso, aquí te cito a algunos autores que te pueden interesar: Pema Chödron, Chögyam Trungpa Rinpoché, Tenzin Palmo, Dzongsar Khyentse Rinpoché, Thich Nhat Hanh, Dzogchen Pönlop Rinpoché… También las biografías de yoguis o yoguinis reconocidos pueden inspirarte. La lectura de este tipo de libros hará que tu mente no se desligue de la práctica y no caiga en la evasión.

6. Anota los beneficios que vayas notando. Cada vez que notes los efectos beneficiosos de la meditación, como pueden ser el que te lleve a un estado menos ansioso y más relajado, o el de darte más cuenta de lo que ocurre a tu alrededor y de tus propios patrones, o el de conectar con tus sentimientos… anótalo en concreto, describiendo cómo estabas antes y cómo te has sentido después. Ve haciendo una especie de diario de meditación que puedas consultar cuando te sientas inestable o reacio a sentarte a practicar.

No te impongas tiempos, busca un sitio agradable para meditar, anota los beneficios que vayas notando con la práctica.... estas son algunas claves que te ayudarán a no abandonar Share on X

7. Une la meditación a algo que tengas sistematizado. Si ves que se te pasan los días y ni te acuerdas de la meditación, puedes tratar de asociarla a una tarea que ya tengas insertada en tu día a día, como puede ser lavarte los dientes, desayunar, mirar el correo electrónico o simplemente levantarte de la cama. Si vinculas la práctica a algo para lo que sí has abierto hueco, te será más sencillo no saltártela y crear el hábito.

8. Usa tu fuerza de voluntad. Llegará un momento en que quizá no la necesites, pero sí te viene bien al comienzo, igual que la usas para hacerte revisiones médicas, hacer la comida o ir a la peluquería. Aun cuando al principio te parezca que te estás imponiendo algo que no te apetece, dale un margen para que realice su efecto. Plantéate por ejemplo sentarte a meditar quince días seguidos. Si después de esos quince días no has notado aboslutamente ningún efecto, entonces puedes replantearte si merece la pena. Pero al menos date ese margen para trabajar con tu mente.

9. Busca la hora del día más adecuada. Personalmente, me funciona meditar nada más levantarme, porque estoy más despejada y así ya no hay peligro de que se me olvide a lo largo del día. Tú tendrás que buscar tu propio hueco, en función de a qué horas estés menos fatigado y cuáles son tus huecos libres. En cualquier caso, trata de que siempre sea igual. Si un día meditas a una hora y otro a otra, lo más posible es que el tercero ni te acuerdes de hacerlo.

10. Medita en grupo de vez en cuando. Meditar siempre solo se hace bastante cuesta arriba. Si encuentras un grupo acorde a tu forma de meditar con el que te puedas reunir periódicamente (una vez a la semana, o cada dos semanas, o una vez al mes), notarás que eso te energetiza, te carga la batería para una buena temporada.

Deseo de corazón que estos consejos, extraídos de mi propia experiencia como meditadora, te sirvan en tu práctica. Si tienes alguna duda, puedes escribirme a través de la página de Contacto y te contestaré encantada.

Si además de meditar, te atrae la escritura, sería estupendo que realizases el intensivo de Escritura y Meditación o el acompañamiento de nueve meses Escribir y Meditar, en que nos reuniremos una vez al mes de octubre a junio.

Hay muchas fórmulas y cada cual ha de encontrar la suya. Lo que no sirve de nada es desentenderse, dejar que pasen los días sin que nunca llegue el momento de practicar aquello que te ayudará a disolver tu confusión mental.

4 comentarios en «10 claves para no abandonar la meditación»

  1. Muy bien pensado, Isa. Las vacaciones son, a veces, una trampa si tienes una rutina positiva interiorizada. Lo que dices me suena a meditación de «invierno» y de «verano», 🙂 un poco más light en un rincón diferente…pero presente 🙂
    Un beso.

    Responder
    • Hola, Marusela,

      Me ha gustado eso de «meditación de invierno» y «meditación de verano» :-D. Bien mirado, el sudor es un buen soporte ;-D. Y sí, un rincón con vistas al mar, un rincón en la playa, un rincón en la montaña… Uno puede encontrar un rincón para meditar en cualquier sitio.

      Ya me contarás qué tal te va tu «meditación estival» 😉

      Un abrazo, y gracias por estar ahí, a la escucha,

      Isa

      Responder

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