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Las trampas vitales (parte 2): tipos y cómo superarlas

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Esta es la 2ª parte del artículo Trampas vitales (parte 1): qué son y cómo reconocerlas

Tipos de trampas vitales

1. El abandono

Según Tara Bennett-Goleman en su libro Alquimia emocional, el temor a que las personas a las que queremos nos vayan a dejar solos se encuentra en el núcleo de esta trampa vital.

El lema de este esquema sería: «¡Por favor, no me dejes!».

El patrón puede tener sus raíces en experiencias infantiles reales de abandono (un padre que muere, un divorcio en el que uno de los progenitores se marcha o se desentiende de su hijo…). Pero un abandono simbólico —como tener un padre o madre inestable, poco fiable o emocionalmente distante— puede tener también un gran impacto emocional. Un niño que no puede contar con que uno de sus padres esté «ahí» puede desarrollar miedo al abandono a lo largo de su vida, lo que puede llevarle precisamente a elegir personas que no estén disponibles o a sobreesforzarse para que el otro lo necesite.

Las personas que sufren el patrón de la desconfianza y el abuso se pasan la vida en alerta, les cuesta abrirse a los demás y se involucran en relaciones con maltratadores. Share on X

2. La desconfianza y el abuso

La frase que tipifica la creencia de la trampa vital de la desconfianza es «No se puede confiar en la gente».

La emoción que surge junto con ese pensamiento es la rabia, la cólera.

Las personas que sufren este patrón están constantemente alerta, temiendo que la gente vaya a aprovecharse de ellas de algún modo o que las traicionen. En consecuencia, les cuesta mucho acercarse o abrirse a los demás, aunque, paradójicamente, suelen juntarse precisamente con personas que confirman sus peores miedos, involucrándose en relaciones con gente que las maltrata.

3. La privación emocional

La frase que resume la creencia de la trampa vital de privación emocional es «Mis necesidades no serán satisfechas» o «Nunca tendré el amor que necesito».

Este esquema se desarrolla en la infancia cuando uno o ambos padres están tan ocupados —ya sea con su trabajo, sus propias miserias, con algún problema físico o psicológico o alguna preocupación constante— que sencillamente no perciben o no se preocupan por las necesidades emocionales de su hijo o hija.

En los adultos, el esquema de privación emocional o de carencia te vuelve hipersensible a los signos de que no se te toma en consideración, particularmente en el seno de las relaciones más próximas.

Puedes sentirte irascible cuando tus necesidades son ignoradas. Esa ira, a su vez, esconde un sentimiento subyacente de soledad y tristeza.

4. La dependencia

Si tienes el patrón de la dependencia, la vida te parece agobiante. Crees que no puedes afrontarla solo, que eres incapaz de cuidar de ti mismo y que necesitas a los demás para que te ayuden. Solo con su ayuda es posible que sobrevivas. Sientes que mantienes una lucha constante para cumplir con las responsabilidades normales de la vida adulta, ya que careces de la habilidad necesaria. Es un sentimiento de que algo falta, de no ser capaz. La imagen de un niño que siente que el mundo de repente le desborda y empieza a llorar para llamar a su madre resume la esencia de la dependencia. Te sientes como un niño en un mundo de adultos y, si no te cuidan, te sientes perdido.

Los típicos pensamientos que reflejan la dependencia son: «Esto es demasiado para mí», «No puedo hacerlo», «Voy a fracasar». Estos pensamientos suelen ser acompañados de sentimientos de desesperación y pánico. Te dejas llevar por esa sensación de necesidad y eso agota tu energía mental.

5. La vulnerabilidad

El lema de la trampa vital de la vulnerabilidad es «El mundo es un lugar peligroso».

En el centro del esquema subyace el miedo a la pérdida de control, y la emoción que lo acompaña es un temor y una angustia exagerados a que ocurra alguna catástrofe. Se puede exagerar un pequeño hecho preocupante hasta convertirlo en un completo desastre imaginado.

El hábito de protegerse se convierte en una disfunción cuando nos deja demasiado preocupados por situaciones perfectamente normales (como, por ejemplo, que un ser querido haga un viaje en avión). La angustia desproporcionada es la marca del esquema de la vulnerabilidad.

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6. La imperfección

El lema de la trampa vital de la imperfección sería «Soy un/a inútil». El sentimiento que está más conectado con ella es la vergüenza que se siente cuando otros descubren tus defectos. Harías casi cualquier cosa para evitar esto y te esfuerzas por mantener la imperfección escondida.

Sientes que la imperfección está en tu interior, en la esencia de tu ser, en tu personalidad, y crees que —por eso— no mereces amor. Se trata, pues, de un estado interior, que no se hace obvio desde fuera. Como consecuencia de que los defectos que te imaginas son internos —no se ven—, sufres mucho más por el miedo a que sean descubiertos.

7. El fracaso

El lema de la trampa vital del fracaso es «No soy lo suficientemente bueno/a para tener éxito».

Las emociones que lo acompañan son la inseguridad, la angustia y la tristeza.

El esquema del fracaso se desarrolla en el dominio del trabajo, de los logros y de la profesión. Se centra en la sensación de que los éxitos propios son inmerecidos o en que no podemos triunfar en nada por más que lo intentemos.

8. La subyugación

La frase que resume la creencia de la trampa vital de la subyugación o el sometimiento es «Siempre tú, nunca yo».

Y el patrón de las personas que desarrollan este esquema gira en torno a la sensación de que, en una relación cercana, nuestras necesidades nunca son prioritarias. Esto genera resentimiento por sentirte atrapado, ira y frustración.

El aspecto central de la subyugación está en la convicción de que tienes que agradar a los demás: a los padres, hermanos, amigos, profesores, pareja, jefes, compañeros de trabajo, hijos e incluso desconocidos. Con toda probabilidad, la única excepción a esta regla eres tú mismo, ya que eres la única persona a la que no te ves obligada a agradar y, por lo tanto, lo que quieren los demás siempre va en primer lugar. Este comportamiento se puede dar en forma bien de sacrificio, bien de sumisión.

9. El perfeccionismo

 El lema de la trampa vital del perfeccionismo es «Tengo que ser perfecto/a» o «Nunca está lo suficientemente bien hecho».

La raíz emocional de este esquema es la sensación de fracasar por más que te esfuerces. Y, por debajo de esto, una sensación de tristeza por no ser aceptado tal como eres, puesto que para ti el amor está condicionado al buen desempeño.

Quienes padecen este esquema ven el mundo a través de unas gafas de aumento con respecto a las expectativas y a las metas. De este modo, te obligas a hacer más de lo que puedes, con lo que, aunque alcances altos logros profesionales, deportivos o de otro tipo, siempre acabarás fracasando, porque no estarán a la altura de lo que esperas, es decir, de la perfección.

A este esquema también se le llama el de «las normas inalcanzables».

Las trampas vitales pueden cambiarse, pero se requiere esfuerzo y constancia. Persevera. Enfréntate a ellas una y otra vez. Share on X

¿Cómo superar las trampas vitales?

Superar las trampas vitales no es algo que se haga de la noche a la mañana, ya que están fuertemente arraigadas en tu interior y, sobre todo, forman parte de tu identidad, de lo que crees que eres.

Estos son los pasos que podrían ayudarte:

1. Identifica tus trampas vitales. El primer paso es reconocer cuáles son tus trampas vitales y en qué medida actúan en ti. Si le das un nombre a la trampa vital (abandono, privación emocional, etc.), podrás comprenderte mejor y tu vida se clarificará un poco más.

2. Entiende los orígenes de la trampa vital en tu infancia. Para sentir la trampa vital, tendrás que acudir a tu infancia. Has de llegar a sentir al niño herido de tu interior y atender sus necesidades de cariño, afecto, comprensión y consuelo. Has de dialogar con ese niño y llegar a acuerdos para que se manifieste en tu día a día, pueda crecer y llegar a fundirse con el adulto que eres ahora.

3. Somete a juicio a la trampa vital. Ahora puede que estés completamente convencido de la verdad de la trampa vital. El inicio del cambio implica atacar a la trampa vital a nivel intelectual. Para hacerlo, debes probar que no es cierta y que se puede modificar. Debes suscitar dudas acerca de su validez, ya que mientras te la creas, no podrás cambiarla.

4. Examina el patrón de la trampa vital en detalle. Comprueba cómo funciona la trampa vital en tu vida actual. Identifica los hábitos contraproducentes que refuerzan tu patrón. Describe el estilo con el que te rindes ante la trampa vital y busca una estrategia para cambiarlo.

5. Rompe el patrón. Empieza por una trampa vital, selecciona dos o tres formas en que la refuerzas, y haz una lista de cosas que puedes cambiar para debilitarla. Algunas te resultarán más arduas que otras. Elige aquellas que te sientas capaz de superar. Cuando las hayas superado, te sentirás con más fuerzas para ir a por las más complicadas.

6. Continúa haciéndolo. No te des por vencido o te desanimes con facilidad. Las trampas vitales pueden cambiarse, pero requieren mucho tiempo y trabajo. Persevera. Enfréntate a ellas una y otra vez.

Herramientas que te pueden ayudar

No conviene que sigas estos pasos «a pelo», o solo a nivel intelectual. Aquí van algunas herramientas complementarias que yo te propongo usar:

1. Terapia. La ayuda de un terapeuta siempre puede ser beneficiosa, ya que te proveerá de un espacio seguro en el que tomar contacto con las emociones difíciles, te ayudará a salir de las creencias dañinas y será un apoyo constante para que perseveres.

2. Escritura. La escritura es una magnífica ayuda para superar las trampas vitales, ya que la creatividad te permite relacionarte con ellas y explorarlas sin sucumbir a sus encantos.

3. Meditación. La meditación entrena tu atención, para que puedas percibir con mayor facilidad la activación de las trampas vitales y, por tanto, puedas poner los medios para no dejarte arrastrar por ellas. Por otra parte, meditar propicia la apertura de corazón y te enseña a relacionarte con lo que te encuentres sin lucha, incluidas las sensaciones desagradables que pueden provocarte la activación de las trampas vitales.

4. Trabajo con el cuerpo. Al tratarse de patrones desarrollados en la infancia (a veces incluso son prenatales), suelen albergarse también en la memoria celular. Acompañar la exploración de las trampas vitales de algún tipo de exploración corporal puede acelerar el proceso.

5. Vínculos sanos. Las trampas vitales son enfermedades vinculares, y solo se pueden afrontar saneando tus relaciones con los demás. Te vendrá bien, por ello, encontrar un grupo de personas en el que te sientas seguro y querido, y te puedas expresar con libertad sin que te juzguen, cambiar o dejar atrás las relaciones dañinas, apuntarte a cursos en que se trabaje con una dinámica adecuada de compañerismo y respeto, etc.

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Espero que estos consejos te sirvan y te ayuden a tomar la decisión de afrontar tus trampas vitales. Personalmente, te puedo decir que merece mucho la pena y, si necesitas ayuda para ello, mi acompañamiento Romper el Hielo está especialmente diseñado para ofrecerte un guía y un espacio seguro en tu camino de superación de estos patrones. Empezamos el próximo 7 de noviembre. Escríbeme si estás interesad@ en incorporarte al acompañamiento, las plazas son limitadas.

Acompañamiento de Romper el Hielo edición 2023-2024

2 comentarios en «Las trampas vitales (parte 2): tipos y cómo superarlas»

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